martes, 20 de noviembre de 2012

CÓMO VIVIR UNA VIDA LLENA DE PAZ



Isaías 26:3
"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado".

Todo el mundo desea vivir en paz. Sin embargo todos los días leemos en los periódicos o vemos en la televisión noticias de asesinatos, violaciones, robos a mano armada, guerras por dondequiera. Vivimos en un mundo que parece estar encontrando su mejor expresión en el odio, la violencia, la guerra. Se han escrito libros, se han dado cursos, se han invertido vidas tratando de encontrar la paz. En las Naciones Unidas se reúnen todos los años representantes de todos los países del mundo con el fin de llegar a acuerdos que "garanticen" la paz mundial. La pregunta es: ¿Y hay paz? No, no la hay. ¿Por qué no hay paz? El problema es que no se puede legislar la paz. No puede crearse la paz por medio de leyes. La paz viene de Dios y se manifiesta dentro de cada persona. Veamos tres cosas que la Biblia nos dice acerca de la paz:

La primera se encuentra en Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Lo primero que nos enseña la Biblia sobre la paz, es que la paz viene a nuestras vidas como individuos cuando arreglamos nuestras cuentas con Aquel que es nuestro Dios, nuestro Creador. Cuando pensamos en que Dios creó el mundo, en que Dios nos hizo, como dice su Palabra, es lógico que pensemos que si Dios nos creó es porque él tiene un propósito para la vida de cada uno de nosotros. La Biblia dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Hay tanto amor en Dios que él quiso compartir ese amor con alguien. Su propósito al crearnos fue manifestar ese amor en nosotros. Y mientras el hombre estuvo bajo esa "sombrilla" de amor de Dios, todo marchaba a las mil maravillas, disfrutaba de una paz indescriptible hasta que se rompió la relación por causa del pecado. Después, en lugar de esa paz quedó un profundo vacío en el alma del hombre. Ese vacío sólo puede ser llenado por Dios. Ciertamente no habrá paz en el ser humano hasta que arregle sus cuentas con Dios.

Una segunda cosa que nos enseña la Palabra de Dios acerca de la paz se encuentra en Colosenses 1:19, 20: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. Viendo Dios como esta creación de él, estaba destruyéndose a sí misma, movido por su inmenso amor y su misericordia estableció ese puente que es Cristo Jesús. Y a través de Jesucristo, y de su sangre derramada en la cruz del Calvario lavar nuestros pecados, que nos habían separado de él y hacer posible la reconciliación entre nosotros y él, adoptándonos como sus hijos. La única manera de arreglar las cuentas con Dios es a través de su Hijo Jesucristo.

Lo tercero que menciona la Biblia sobre la paz se encuentra en Filipenses 4:6, 7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Este versículo tiene una palabra muy significativa porque no habla de la paz con Dios, sino de la paz de Dios. Esa paz que recibimos de él a través de la presencia de su Santo Espíritu en nuestras vidas, esa paz que no es producto de las circunstancias, que no depende de que la salud esté bien o que la cuenta del banco esté abundante, o que la familia esté bien o que el trabajo esté bien, sino que aun en medio de circunstancias difíciles, de manera inexplicable nace de adentro hacia afuera.

La paz que el mundo nos ofrece es una paz incompleta, que no satisface plenamente y es además una paz temporal, que desaparece tan pronto las circunstancias favorables dejan de existir. Por el contrario, la paz que Dios nos da, nos llena totalmente y podemos sentirla en las buenas y en las malas porque no depende de las circunstancias. Y esa paz inefable sólo se manifiesta en nuestras vidas cuando hemos llegado a tener una íntima relación con nuestro Padre celestial, por medio de la lectura de la Biblia y de la oración cada día de nuestras vidas.

ORACIÓN:
Padre bendito, yo quiero sentir esa profunda paz que tú ofreces. Pon en mi corazón un sincero deseo de buscarte cada día para llegar a tener una íntima relación contigo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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