Jeremías 17:5.
“Así ha dicho el Señor: Maldito
el varón que confía en el hombre”.
Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo”.
Varios artículos sobre el
humanismo y la religión escritos recientemente por filósofos demuestran la
tendencia moderna del hombre: creer en él mismo. Creer en el hombre es creer
que es bueno, capaz de mejorarse y tender a un estado perfecto, o al menos
satisfactorio. Es creer que es posible tener paz en la tierra mediante
esfuerzos humanos, que la sociedad realmente está progresando. Pero si bien es
cierto que el hombre puede hacer el bien, también debemos reconocer que es
capaz de hacer el mal y de hacerlo con esmero. Del tirapiedras al arma nuclear,
el hombre no ha evolucionado realmente; incluso es incapaz de abstenerse del mal
en la vida cotidiana.
Desde hace miles de años el
hombre trata de buscar por sí mismo una solución. Aspira al bien, al amor, a la
paz, pero no puede alcanzarlo por sus propios medios. Por ello hay muchas
personas que están desanimadas al medir la distancia entre sus ideales y la
realidad.
Sin embargo, hay un hombre
enviado por Dios que vino a arreglar el verdadero problema de la humanidad; en
él podemos y debemos creer. Este hombre, el único que fue justo y perfecto, es
Jesús. Él vino a liberar a los hombres de esa fuente de mal que Dios llama
pecado, y que conduce a la muerte. Él, el Hijo de Dios, llevó sobre sí el
castigo que merecían nuestros pecados, dio su vida por amor a nosotros.
Resucitó y hoy ofrece gratuitamente la liberación a todos los que quieran creer
en él, pues es el único camino a Dios.
“Gracia y Paz”
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