1 Juan 1:1-4
"Lo que era desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque
la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la
vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos
visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con
nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo
Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido".
Hay un dicho popular que dice:
“Ponlo en blanco y negro”, queriendo decir: “Escribe en un papel lo que estás
diciendo”. O sea, cuando una promesa o una declaración se escribe en un
documento adquiere un valor que no tenía antes. Las palabras habladas se pueden
olvidar o se pueden modificar al repetirlas. Sin embargo, las palabras escritas
no dependen de la memoria y no se pueden cambiar ni ignorar fácilmente.
En el Antiguo Testamento, cada
vez que Dios habló al pueblo de Israel, dijo a sus profetas que escribiesen lo
que él había dicho, pues no quería que sus palabras se olvidaran ni se tergiversaran.
Por ejemplo, en Deuteronomio 5:22 Moisés le dice a los israelitas: "Estas
palabras habló el Señor a toda vuestra congregación en el monte, de en medio
del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las
escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí". También el
profeta Habacuc escribió: "Y el Señor me respondió, y dijo: Escribe la
visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella"
(Habacuc 2:2). En muchos otros lugares en la Biblia vemos claramente la intención de Dios de
dejar plasmada su voluntad por escrito.
En el Nuevo Testamento podemos
ver el mismo patrón de escribir para la posteridad. Los apóstoles, que fueron
testigos presenciales de las obras y los milagros de Jesús, y escucharon de sus
labios las enseñanzas de su evangelio, las escribieron bajo la dirección del
Espíritu Santo, de manera que todas esas cosas quedasen impresas para siempre y
sus lectores conociesen la verdad y el amor de Cristo y pudiese cumplirse en
ellos el gozo prometido por el Señor, dice el pasaje de hoy. Otros, como Pablo,
Lucas y Santiago fueron también inspirados por el Espíritu Santo para plasmar
en sus cartas las instrucciones para una vida de victoria, de acuerdo al
corazón de Dios. Todo lo que está escrito en la Biblia fue inspirado por
Dios, "a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra", afirma 2 Timoteo 3:16-17.
Mientras se preparaba para
comenzar su ministerio aquí en la tierra, Jesús se enfrentó a Satanás en el desierto,
y cada vez que el diablo intentó hacerle caer en tentación, el Señor le
contestó con palabras que habían sido escritas siglos antes por hombres
inspirados por el Espíritu de Dios. En Mateo 4:4 le dijo a Satanás:
"Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios" (Deuteronomio 8:3). En Mateo 4:7, "Jesús le
dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios". (Deuteronomio
6:16). Y por tercera vez (Mateo 4:10), Jesús le contestó: "Vete, Satanás,
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás".
(Deuteronomio 6:13). Y finalmente el diablo tuvo que irse sin lograr su
objetivo.
Cuando leemos cada día la palabra
de Dios, meditamos en ella, y la aplicamos a nuestras vidas estaremos
preparados para enfrentar absolutamente todas las circunstancias que se nos
presenten en la vida, por difíciles que éstas sean, y obtendremos la victoria
porque estas palabras son “poder de Dios”, afirmó Pablo en 1 Corintios 1:18. De
esta manera, cuando te encuentres ante la tentación, o en medio de una difícil
prueba, o en momentos de tristeza o soledad, siempre podrás recordar ese
versículo que viene bien en tu situación, y decir con autoridad “Escrito está”,
pues Dios ha provisto en su palabra desde hace mucho tiempo el poder para que
salgas triunfante.
ORACIÓN:
Padre santo, gracias te doy por haber previsto con anticipación la
solución para cada situación en la que me voy a encontrar en mi vida, y por
haber escrito la fórmula del triunfo. Ayúdame a escudriñar tu santa palabra
cada día de mi vida, y a recordarla en el momento en que necesite usarla. En el
nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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