2 Crónicas 7:14-15
"Si se humillare mi pueblo,
sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y
atentos mis oídos a la oración en este lugar".
En el principio de la Creación , Dios preparó un
lugar con todo lo necesario para que el hombre pudiera suplir sus necesidades
físicas, y por medio de la comunión con el Creador supliría todas las
necesidades espirituales y emocionales. Hasta el final del capítulo 2 de
Génesis, el plan de Dios marchó a las mil maravillas: había comunión constante
entre él y Adán y Eva, y ellos disfrutaban de la paz y el gozo que produce la
presencia del Señor. Ellos dependían de Dios y él suplía todo lo que
necesitaban. Era una relación de amor mutuo. Todo era perfecto. Pero en el
capítulo 3 de Génesis hace su aparición la serpiente y astutamente logró que
Eva y Adán comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, desobedeciendo
a Dios y por lo tanto rompiendo la comunión que hasta ese momento existía.
Desde ese instante hasta nuestros
días el ser humano se ha ido degenerando en todos los aspectos, físico, moral y
espiritualmente. Dios, en su inmensa misericordia ha provisto una forma de
detener esa degeneración y reparar el terrible daño. Primero envió a su Hijo
Jesucristo, el cual murió en la cruz del Calvario derramando su sangre como
propiciación por nuestros pecados. Si nos humillamos y reconocemos que somos
pecadores, y aceptamos a Jesucristo como Salvador, nuestros pecados son
perdonados. Este es el primer paso. Entonces comienza el proceso de
restauración. El diccionario de la Real Academia Española define la palabra
"restaurar" de la siguiente manera: "Reparar, volver a poner una
cosa en el estado que tenia antes.” Esto es exactamente lo que Dios desea
lograr en cada uno de nosotros por medio del proceso de santificación.
Antes del acto de desobediencia
de Adán y Eva, Dios ocupaba el trono de sus corazones, él era el Rey en esa
relación. Al pecar, el hombre bajó a Dios del trono y se subió él. Ahí comenzó
la desgracia de este mundo. Ahora, por la gracia de Dios, el hombre tiene la
oportunidad de aceptar el sacrificio de Cristo, bajarse del trono y dejar que
el Señor lo ocupe de nuevo, como al principio. Al igual que una pintura que ha
sufrido daño o deterioro por alguna causa, puede ser restaurada de manera que
vuelva a ser como era originalmente, nosotros podemos ser restaurados de manera
que lleguemos a ser como el original, a imagen y semejanza de Dios. Este es el
propósito de Dios, que seamos “hechos conformes a la imagen de su Hijo",
dice la Biblia
en Romanos 8:28.
En el pasaje de hoy Dios se
apareció de noche al rey Salomón, y le habló acerca de lo que el pueblo de
Israel debía hacer para que sus pecados fueran perdonados y su tierra fuera
sanada. Han transcurrido más de dos mil cuatrocientos años desde esa
declaración, y cada día vemos a nuestro alrededor más señales del deterioro
moral y espiritual en el que ha caído la humanidad, pero esas poderosas palabras
permanecen vigentes sobre la faz de este mundo que tan necesitado está del
perdón de Dios y de su sanidad. Es necesario orar, buscar el rostro del Señor
diariamente y cambiar la dirección en la que vamos.
Si tú crees que necesitas
restauración, presta atención a esta enseñanza que muestra claramente los pasos
a seguir: El primero es aceptar a Jesucristo como tu salvador; Después somete a Dios tu vida, y permite que
su Santo Espíritu haga en ti su obra de restauración. Pronto comenzarás a
experimentar una milagrosa transformación, y podrás disfrutar del gozo y la paz
de Dios, como era al principio. Unámonos todos, como pueblo de Dios, en oración
y clamemos por la sanidad y la restauración de este mundo en el que vivimos.
ORACIÓN:
Bendito Dios, gracias por tu misericordia y por tu infinito amor. Hoy
vengo ante ti con un corazón contrito y humillado, en busca del perdón, la
sanidad y la restauración que sólo tú puedes ofrecer. Te pido también que
tengas misericordia de este mundo, y te manifiestes con todo tu poder
moviéndolo al arrepentimiento y la búsqueda de tu perdón. En el nombre de
Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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