Salmo 121:3
“No […] se dormirá el que te guarda”
Uno de los aspectos más peligrosos de volar es el
aterrizaje. A medida que el avión se acerca a la tierra, el tráfico aéreo está
más congestionado, el clima sobre la tierra puede ser mucho peor que a 9.000 metros (30.000 pies ) de altura,
y las pistas quizá estén ocupadas por otros aviones. Por eso, los pilotos
dependen de los controladores de tráfico aéreo para que coordinen todos los
detalles, de modo que todas las aeronaves puedan llegar sin problemas. Sin esos
controladores, el caos sería inevitable.
Así que, imagina el pánico que se produjo cuando el piloto
de un avión lleno de pasajeros quiso comunicarse por radio con la torre de
control y no hubo respuesta. Al final, se descubrió que el controlador de
tráfico estaba allí, pero que se había dormido, con lo cual había puesto en un
terrible peligro al piloto, a los pasajeros y la aeronave. La buena noticia es
que el avión aterrizó sin problemas.
Una noticia mejor aún es que Dios, el supremo controlador de
tránsito, nunca se adormece ni duerme. Desde su estratégica perspectiva
celestial, sabe todo lo que sucede en y alrededor de tu vida. Como señala el
salmista: «Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra. No dará
tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda» (121:2-3).
Puedes darlo por descontado: Dios conoce los peligros
latentes e incansablemente dirigirá el tráfico de tu vida para tu beneficio y para
su gloria (Romanos 8:28).
Como Dios nunca
duerme, podemos estar tranquilos.
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LEA: Salmo 121
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Biblia en un año: Jeremías 24–26
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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