“Conozco, Señor, que el hombre no
es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos”.
Salmo 37:23
“Por el Señor son ordenados los
pasos del hombre. Él aprueba su camino”.
Isaías 40:31
Los que esperan al Señor tendrán
nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán,
y no se fatigarán.
El creyente no está libre de
tener una caída moral. En el Antiguo Testamento vemos que David, quien estaba a
punto de matar para vengarse por haber sido ofendido, fue detenido gracias a la
intervención oportuna de una sabia mujer (1 Samuel 25). ¡Cuántas veces hemos
estado a punto de alejarnos o de caer, y Dios, en su gracia, ha detenido
nuestros pasos! Cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo (2 Corintios
5:10), Dios nos mostrará todas las intervenciones de su gracia en el momento en
que, seducidos por Satanás, íbamos a caer. ¿Quién no podría apropiarse de la
confesión de Asaf y decir: “En cuanto a
mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”? (Salmo 73:2).
Con un corazón contrito y agradecido a la vez, digamos también: “Él… no permitió que nuestros pies resbalasen” (Salmo 66:9). Pero eso no nos autoriza a ser negligentes y a no velar. La exhortación sigue siendo actual: “El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Para resistir a la tentación no debemos contar con nuestras propias fuerzas, sino acercarnos confiadamente al Señor, quien sabe “librar de tentación a los piadosos” (2 Pedro 2:9).
“Gracia y Paz”
La Buena Semilla
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