“En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. El solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho”.
Al ser salvos por la fe en
Cristo, expresamos nuestro amor y gratitud mediante nuestra consagración a Él.
El estudio regular de la Biblia y la oración serán parte integral de nuestra
vida diaria. Además, nuestra consagración al Señor se evidenciará por nuestra
pasión a obedecerlo, y nuestro espíritu de humildad y servicio.
1. OBEDIENCIA. David buscaba siempre obedecer a Dios. Siendo un
joven pastor, se ocupaba fielmente de los animales de su padre. Siendo rey,
puso de lado su deseo de construir el templo, y dejó que Salomón lo hiciera,
tal como Dios lo había ordenado. Aunque David no vivió de manera perfecta, su
deseo era hacer lo que el Señor le pidiera. Vemos por las palabras de Jesús en
Juan 14.15, que la obediencia debe ser también nuestra prioridad más
importante. Él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.
2. HUMILDAD. Después que David mató a Goliat, la multitud lo alabó
a gritos. Sin embargo, no se volvió orgulloso, sino que siguió al servicio del
rey Saúl y esperó que Dios lo convirtiera en el gobernante de Israel. Pero aun
siendo rey, se mantuvo humilde. Sabía que lo que había logrado era por lo que
había hecho el Señor, no él (2 S 7.18).
3. SERVICIO. Ya fuera como un humilde pastor o un poderoso rey, la
meta de David fue obedecer a Dios y servirle.
Este hombre conforme al corazón
de Dios estuvo consagrado a su Señor. Buscaba conocerlo, y anhelaba hacer su
voluntad. Las acciones de David reflejaban su humilde actitud de siervo y su
anhelo de complacer a su Padre celestial. Dé usted los pasos necesarios para
vivir consagrado al Señor Jesús.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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