Juan 15:14-15
"Vosotros sois mis amigos,
si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no
sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas
que oí de mi Padre, os las he dado a conocer".
Ser siervos de Dios es un enorme
privilegio, pues de esta manera hacemos lo que hizo Jesús, "el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres" (Filipenses 2:6-7). Si hoy tenemos la seguridad
de que las puertas del cielo se han abierto para la humanidad por toda la
eternidad, es porque Jesús dejó su gloria, se hizo siervo y fue obediente hasta
la muerte en la cruz del Calvario (Filipenses 2:8). Cuando aceptamos este
sacrificio, y creemos de todo corazón que Dios le levantó de los muertos, y lo
confesamos con nuestra boca, dice la Biblia que somos salvos (Romanos (10:9).
Así de extraordinaria fue la
acción de Jesús de dejar su gloria para convertirse en siervo. Sin embargo, en
el pasaje de hoy Jesús les dice a sus discípulos que ya no los llamará más
“siervos”, sino que los ha llamado "amigos". La razón es que "el
siervo no sabe lo que hace su señor", es decir debe limitarse a obedecer
las órdenes, pero no tiene una relación con su amo, no habla con él, no
comparte con él, no conoce sus intimidades. Por el contrario, el amigo está en
un nivel diferente, comparte con él, conoce sus cosas íntimas, existe una
relación de mutua confianza. Así les dijo el Señor: "Os he llamado amigos,
porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer."
Ciertamente Jesús quiere ser tu
amigo, quiere compartir contigo, quiere enseñarte todo lo que oyó de su Padre.
La pregunta es: ¿Quieres tú ser amigo de Jesús? Suponte que un viejo conocido
tuyo pasa por tu casa cuando tú te dispones a salir para el trabajo. Lo invitas
a acompañarte y él acepta. ¿Cómo se sentiría él si luego lo ignorases
completamente, no conversaras con él, no lo invitaras a tomar café en los
recesos, ni a almorzar, ni se lo presentaras a tus compañeros de trabajo?
Seguramente estamos de acuerdo que esta no es la mejor forma de tratar a un
amigo. ¿Cierto? Evalúa tu amistad con el Señor haciéndote estas preguntas:
¿Hablo con Jesús por medio de la oración durante el día? ¿Saco tiempo para leer
y meditar en su palabra? ¿Disfruto la comunión con él? ¿Me preocupa lo que él
pueda pensar de mis actividades? ¿Lo presento a mis compañeros de trabajo y a
mis vecinos? ¿Se dan cuenta los demás de que tengo una estrecha relación con
Jesús?
Seguramente mantienes una buena
comunicación con tus mejores amigos, ya sea por teléfono, o por medio del
correo electrónico, y de vez en cuando personalmente. La manera que Jesús tiene
ahora de darnos a conocer "todas las cosas que oyó de su Padre" es a
través de la palabra de Dios. La forma de desarrollar una amistad con Jesús es
leyendo la Biblia diariamente y pasando tiempo en oración con él. Entonces el
Espíritu Santo se manifiesta de la manera en que Jesús dijo a sus discípulos en
Juan 14:26: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo
que yo os he dicho".
Si deseas cultivar una linda
amistad con Jesús, hazte el firme propósito de conocerle más íntimamente,
leyendo y meditando en su Palabra y conversando con él por medio de la oración
cada día de tu vida. Entonces sé obediente y aplica a tu vida sus enseñanzas.
De esta manera se cumplirá la declaración del Señor en el pasaje de hoy:
"Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.
ORACION:
Padre santo, yo deseo tener una amistad íntima con tu Hijo Jesucristo.
Ayúdame a ser constante en la lectura de la Biblia y la oración para conocerle
más y amarle más cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios Te Habla
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