"Y de igual manera el
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene,
no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos."
¿Has sentido alguna vez que tus
oraciones "no pasan del techo"? ¿Te parece como si Dios no escuchara
tus ruegos? Si es así, tú no eres la única persona. Muchos creyentes
experimentan tiempos de desaliento en su relación con el Señor. Por esta razón
Dios nos ha provisto un calificado Ayudador para nuestra vida de oración: el
Espíritu Santo. El pasaje de hoy dice que “el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad.” Dios nos dio su Espíritu Santo por muchas razones, una de las
cuales es que sea nuestro ayudador en la oración. Pero, ¿cómo exactamente nos
ayuda?
En primer lugar nos enseña y nos
recuerda las palabras de Jesús, y sus promesas las cuales deben ser la base de
nuestra esperanza y de nuestras peticiones. Al anunciarles su partida, Jesús
les dijo a sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo
lo que yo os he dicho” (Juan 14:26). Muchas veces no sabemos exactamente qué
pedir o cómo pedir en una determinada situación. En estos casos el Espíritu
Santo nos ayuda intercediendo por nosotros. Dice el pasaje de hoy: "pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles." Y su intercesión es perfecta
"porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos". El
Espíritu Santo también nos ayuda al redargüirnos cuando dejamos de orar con la
frecuencia que debemos. Y también nos revela nuestras verdaderas necesidades,
aquellas que van más allá de simples caprichos o antojos.
Cuando cedemos el control al
Espíritu Santo, él nos lleva ante el trono de la gracia donde sentimos la dulce
presencia de Dios. A esto se refiere el apóstol Pablo cuando exhorta a los
efesios a que permanezcan "orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu" (Efesios 6:18). Orar en el Espíritu significa
estar plenamente consiente de la presencia de Dios. Es descansar totalmente en
Dios, es enfocar nuestra mente y nuestro espíritu en una sincera adoración al
Señor, es prestar total atención a la voz del Espíritu Santo mientras nos
recuerda las palabras de Jesús que podemos aplicar a la situación en la que nos
encontramos, es deleitarnos profundamente en un tiempo de dulce comunión con
nuestro Padre celestial manifestando una total entrega y sumisión a él.
Cuando permitimos que el Espíritu
Santo nos ayude, las barreras son levantadas de nuestra vida de oración. Nos
sentimos libres para experimentar la paz de Dios y estar así preparados para
recibir su dirección. De esta manera el Espíritu Santo nos capacita para
entregar nuestras cargas y preocupaciones, aún aquellas que no somos capaces de
expresar, en las manos poderosas de nuestro Padre Celestial.
El Espíritu Santo está siempre
dispuesto a ayudarte a pedir de la manera en que te conviene pedir, de la
manera en la que el Padre suplirá de manera perfecta tus necesidades, aunque tú
no estés consiente de ellas. Cuando ores, olvídate de ti y cede todo el control
de tu vida al Consolador. En silencio entrégate humilde y confiadamente en sus
manos, deja que él te lleve a niveles espirituales profundos donde vas a
experimentar una infinita e inexplicable paz.
ORACION:
Padre celestial, gracias por tu
Santo Espíritu quien nos ayuda, nos consuela, nos enseña e intercede por
nosotros. Te ruego me ayudes a ceder a él todo el control para que me lleve
hasta tu misma presencia y pueda yo sentir esa paz tan maravillosa que sólo
proviene de ti. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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