Altas cumbres de los Andes
venezolanos. El camino baja y sube como grisácea serpiente de cemento. Hay
curvas, y hay descensos, y hay abismos que se abren a ambos lados del camino,
ora a la izquierda, ora a la derecha. Los paisajes son de ensueño, y el tiempo,
bueno y plácido.
Un autobús del liceo militar
«Jáuregui» corría a excesiva velocidad. Iba cargado de jóvenes estudiantes. Al
aproximarse a un puente entre las localidades de La Grita y La Fría , estado de Táchira, el
chofer intentó aplicar los frenos. Pero los frenos no respondieron. El autobús
falló la entrada al puente y cayó al abismo.
En la caída y en el incendio que
siguió, murieron destrozados y quemados treinta y cuatro estudiantes.
Falla de frenos. Eso fue todo.
Muchas tragedias como ésta se registran
anualmente en todas partes del mundo. Falla de frenos. Cuando más se necesitan
buenos frenos para detener la marcha de un vehículo cargado de pasajeros, es
cuando fallan. Y quedarse sin frenos es anticipo de catástrofe y de muerte.
Un auto, un camión, un tren, que
se queda sin frenos, es un vehículo que se precipita hacia un desastre
inevitable. ¿Y qué del hombre que se queda sin frenos morales? También se
precipita hacia desastres, problemas y ruinas.
Un hombre que se queda sin frenos
morales dice una palabra hiriente, que quisiera retirar en el acto, pero ya no
puede. Y esa palabra hiriente puede traer la ruptura de una vieja amistad.
Un hombre que se queda sin frenos
morales puede beber un día hasta rodar por el suelo, y ese puede ser el principio
de su ruina total. Porque el alcohol es un inquilino insidioso que, una vez
metido dentro, ya no quiere salir.
Un hombre que se queda sin frenos
morales puede caer en el adulterio, y ese adulterio quebrar el corazón de la
esposa, disolver el hogar, estropear la salud mental de los hijos y hacer
naufragar a toda la familia.
Y es que los frenos morales del
hombre son muy frágiles. Se descomponen y fallan fácilmente.
Por eso necesitamos de otros
frenos, frenos que jamás fallen. Esos frenos de la conducta, las palabras y las
acciones sólo los tiene Cristo. Hagamos de Cristo el Señor y Salvador de
nuestra vida, y nuestro supremo conductor moral.
“Gracia y Paz”
Un mensaje a la Conciencia
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