2 Timoteo 1:7
“Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Un cristiano no tiene por qué
tener miedo, preocupación o estar ansioso. Pablo dijo: “Por nada estéis
afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús.” (Filipenses 4:6-7)
En lugar de un espíritu de temor,
se nos ha dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Tenemos miedo
cuando poseemos ciertos pensamientos negativos sobre nosotros mismos y nuestras
circunstancias. Tenemos que recordar que el diablo es el maestro en el uso de
nuestros temores. Sin embargo, cuando nos centramos en Jesús, entonces no vamos
a tener miedo, porque vamos a tener confianza en Él. “Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece.” (Filipenses 4:13)
Pablo dice a Timoteo que Dios no
nos ha dado un espíritu de temor al hombre y de lo que van a decir o hacer para
alejarnos de la obra del Señor y la predicación del Evangelio. Que no debemos
tener miedo a oponernos a los errores de falsos maestros y mantenernos firme en
favor de la verdad, y que se nos ha dado el Espíritu de poder para resistir las
tentaciones de Satanás, para soportar las dificultades como buenos soldados de
Cristo y hacer la voluntad y el trabajo de Dios.
El Espíritu Santo de Dios nos da
su amor y poder para obedecer sus leyes. El pecador arrepentido es entonces una
persona cambiada, su perspectiva y objetivo son cambiados cuando él es
conducido por el Espíritu.
Se necesita el Espíritu de Dios
para producir una mente verdaderamente sana. Este versículo también implica
que, si la mente no está controlada por el espíritu de Dios, no puede ser
considerada verdaderamente saludable. Cualquier mente en la cual falta el
Espíritu Santo será deficiente en la capacidad de lidiar con la vida de una
manera piadosa, porque no puede ver las cosas de una perspectiva adecuada,
justa o injusta. En su lugar, tendrá una fuerte tendencia a torcer situaciones
hacia su propio punto de vista egoísta.
Una vez regenerados por el
Espíritu Santo, necesitamos ser continuamente guiados por Él, dando fruto
espiritual en todas partes de nuestra vida. Si estamos produciendo el fruto del
Espíritu, que exhibe una mente sana, sabemos que Él está obrando en nosotros.
El Espíritu es la mente y la esencia de la naturaleza divina, y a través de
ella Dios lleva a cabo su voluntad. Él faculta a la mente para comprender las
cosas espirituales. El Espíritu nos da la fuerza, la voluntad y la fe para
superar nuestras debilidades.
Vencer el miedo no es una
cuestión de la autodeterminación, es una cuestión de la dependencia en Dios a
quien podemos confiar y amar. Se trata de una cuestión de creencia en Sus
palabras, Sus promesas y Sus regalos para nosotros. Amen!
“Gracia y Paz”
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