Un llamado a la
vida piadosa
Romanos 12:1
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional”.
El apóstol Pablo vivió en un tiempo cuando la
sensualidad, la búsqueda del placer y la rebeldía contra Dios estaban
generalizadas. Como respuesta, escribió cartas instando a los cristianos a no
imitar los caminos del mundo. Al igual que los primeros creyentes, nosotros
debemos procurar tener una vida piadosa.
1. Presentando nuestros cuerpos a Dios. Nuestro ser total —mente, voluntad, emociones, personalidad y cuerpo físico— volverá a nuestro Padre celestial (Santiago 4:7a). Presentarnos al Señor requiere la decisión definitiva de darle el control, y el compromiso diario de permanecer bajo su autoridad. Al entregarnos a Él, nos posicionamos para tener una vida piadosa.
2. Convirtiéndonos en sacrificio vivo. La vida cristiana
se basa en el concepto del sacrificio. Jesús dejó la perfección del cielo para
vivir en medio de gente pecadora, y poder así reconciliarnos con Dios. Dio su
vida para pagar por nuestros pecados (1 Juan 3:16) y nos hizo miembros de su
familia. Como creyentes, debemos seguir su ejemplo. Pablo lo llamó un
sacrificio vivo, porque es continuo —se realiza cada día.
La vida está llena de opciones. Muchas decisiones
implican elegir entre seguir el camino de Dios o el nuestro. Los cristianos que
maduran son los que sacrifican cada vez más sus propios deseos, y aceptan
gustosamente la voluntad de Dios.
Una vida piadosa se caracteriza por un corazón y una
mente inclinados a las cosas de Dios. Aunque nuestras vidas no serán perfectas,
el enfoque debe ser obedecer su voluntad y agradarle. Hagamos el compromiso de
ser más como Jesús, Aquel que se dio gustosamente a Dios en sacrificio por
nosotros.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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