Genio y Figura
hasta la Sepultura
“Engañoso es
el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías
17:9.
“Las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.
¿Quién no ha
experimentado alguna vez la realidad de esta célebre frase? ¡Cuántas buenas
resoluciones y decisiones que exigen cierta valentía se evaporan justo después
de ser tomadas! El temperamento siempre termina dominando. ¿Qué hacer entonces?
¿No hay ninguna solución? Algunos se hunden en el pesimismo y otros se
justifican: «Es mi temperamento, no puedo cambiar. ¡Tienen que aceptarme tal
como soy!». Es cierto que incluso teniendo mucha fuerza de voluntad es casi
imposible mejorar de forma más o menos duradera.
Lo más grave
es que el temperamento de cada persona a menudo manifiesta egoísmo, envidia,
violencia… En todas las sociedades se han establecido principios morales para
tratar de refrenar las tendencias naturales. Del mismo modo, muchas religiones
piden a sus fieles que se disciplinen para reprimir las malas propensiones.
Estos principios y reglas son como los vínculos y las cadenas con los que
tratamos de contener los desenfrenos de la naturaleza humana, sin poder
curarlos verdaderamente.
Pero
Jesucristo propone otra cosa. Él no mejora la naturaleza humana, sino que da
una nueva vida. Aquel que cree en Cristo recibe una nueva vida, guiada por el
Espíritu Santo, cuyo único objetivo es glorificar a Dios. Por la fe en
Jesucristo vive en comunión con él y rechaza lo que viene de su propio
temperamento. Entonces puede decir: “Las cosas viejas pasaron”.
“Gracia y Paz”
La Buena
Semilla
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