CASA NUEVA, VIDA NUEVA, MUERTE VIEJA
por el Hermano Pablo
En la casa todo era alegría, festejo y felicidad. La casa
estaba recién construida, y la familia se había mudado hacía apenas tres horas.
Además del festejo por la casa nueva, se brindaba por la felicidad de una
pareja de recién casados.
Así mismo, en el jet de fabricación británica, todo era
festejo y alegría también. El avión estaba recién reparado, y volvía a la casa
de su dueño, el magnate liberiano Hawker Siddeley. El ingeniero de vuelo,
Joseph Dovillie, inglés de cuarenta y un años de edad, se sentía feliz también.
Pero la tragedia los envolvió a todos. El avión falló a poco
del despegue. Se vino a tierra y chocó contra la casa. Diecisiete personas
murieron en el accidente, entre ellos la pareja de recién casados. La casa y el
avión se incendiaron y quedaron reducidos a cenizas. Todo esto ocurrió en
Khartoum, Sudán, en abril de 1983.
Hay tragedias de la vida real que parece que fueran pura
fantasía. Llegan a ser una acumulación de hechos y de circunstancias que
parecen más propios de una película de horror que de la vida que todos
suponemos debiera ser tranquila, feliz y ordenada.
He aquí toda una familia que celebra una doble felicidad,
natural en cualquier familia: una casa nueva, recién comprada, y una pareja
nueva, recién casada. Y he aquí un avión jet ultramoderno, que despega airoso
del aeropuerto, para realizar un viaje que se supone es de placer.
Pero en cuestión de minutos: la caída del avión, el impacto
en la casa, el incendio que estalla pavoroso, y ambos eventos felices que se
convierten en escenas de horror y de espanto. De la felicidad más intensa se
pasa, en un momento, a la desgracia, la ruina y la muerte.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Una conclusión tan
vieja como el hombre mismo: la muerte acecha a cada paso; por lo tanto, siempre
hay que estar preparados. Hoy estamos vivos, sanos, bien provistos y felices.
Mañana podemos estar enfermos, agónicos, arruinados o muertos.
¿Cuál es la actitud que nos conviene adoptar ante esta
fragilidad e inseguridad de la vida humana? Estar preparados para cualquier
eventualidad. Y como el Único que nos promete seguridad permanente y vida
eterna es Cristo, entonces hoy, en este momento mismo, cuando el bienestar nos
rodea —hoy y no mañana— más vale que recibamos a Cristo como Señor y Salvador.
“Gracia, Misericordia y Paz”
conciencia.net
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