¿SABES CÓMO SE DAN Pasos de fe?
Cuando Jesús iba camino a
sanar a la hija de Jairo, lo seguía una multitud y en medio de esa cantidad de
personas en movimiento Jesús sintió que alguien lo tocó; ese día, con un solo
toque una mujer que sufría desde hace 12 años de flujo de sangre fue sanada, “Se
le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el
flujo de su sangre” (Lucas 8:44).
La impresionante fe de esta
mujer la llevó a tocar solamente el borde del manto de Jesús para hallar
sanidad; ¡Bastó un acto de fe para recibir sanidad!
Quizás por mucho tiempo estás
esperando un milagro de Dios en tu salud, familia, trabajo o economía y no has
visto el más mínimo cambio, por el contrario todo parece estar peor. Así como
la mujer de flujo de sangre, tu fe debe llevarte a hacer movimientos con la
certeza de que Dios actuará, si la mujer de la historia se hubiese resignado a
vivir y morir con la enfermedad que padecía, jamás habría encontrado sanidad y
libertad para su vida, pero cuando se levantó de su lugar y dio pasos para ver
a Jesús en medio de la multitud, obtuvo
su milagro.
¿Estás esperando ver un
milagro de Dios en tu vida? Comienza a dar pasos llenos de fe pues solamente
así verás su mano poderosa obrar a tu favor. Recuerda que la fe necesita de
acciones:
- Si estás buscando trabajo entonces no te
canses de tocar puertas porque en su momento Dios te abrirá la oportunidad que
necesitas.
- Si estás enfrentando una enfermedad,
dobla rodillas y busca un tratamiento pues Dios también hace milagros a través
de la ciencia y la medicina.
- Si quieres que tu familia sea salva, no
te canses de demostrar la obra de Dios a través de tu vida.
Un solo movimiento de fe puede
darte la oportunidad de ver los milagros de Dios, no te quedes sentado(a)
esperando que todo suceda, muévete y que tu corazón y tu mente estén llenos de
FE.
“…Les digo la verdad, si tuvieran
fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a
esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería
imposible” (Mateo 17:20).
¡Gracia y Paz!
Judith Quisbert
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