Santiago 4:4
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”
¡Qué palabras tan poderosas! ¡Y tan profundas! Muchos desearíamos
no encontrar este versículo en la Biblia nunca. Simplemente porque no hay forma
de endulzar estas palabras. No hay manera de “darles la vuelta”. Clara y
llanamente expresan un principio divino. Simplemente dicen que si tú eres
“amigo del mundo”, entonces eres “enemigo de Dios”. Ciertamente lo último que
desearíamos es ser enemigos de Dios. La pregunta es: ¿Y qué significa
exactamente ser “amigo del mundo”?
El pasaje de hoy se refiere específicamente al “libre albedrío” que Dios nos ha dado.
Dice que “cualquiera que quiera ser amigo del mundo...” Esto quiere decir que
somos libres de escoger a nuestras amistades. Todos y cada uno de los días de
nuestras vidas tenemos que tomar decisiones, unas de más trascendencia que
otras, y en cada decisión, básicamente, elegimos hacer algo a nuestra manera o
a la manera de Dios. Cuando elegimos actuar a nuestra manera buscando los
beneficios del mundo, las consecuencias son responsabilidad nuestra. No podemos
esperar bendiciones de Dios, pues nos hemos salido del plan que El tenía para
bendecirnos. Por lo tanto no podemos contar con su ayuda mientras nos concentremos
en llevar a cabo nuestros propios planes. Estamos caminando por nuestra propia
cuenta. De hecho, no solamente hemos elegido actuar conforme a nuestra
voluntad, sino que hemos decidido desobedecer a Dios. Esta es una posición en
la que definitivamente no nos conviene estar. Por el contrario, cuando hemos
tomado decisiones teniendo en cuenta la voluntad de Dios, entonces recibiremos
el beneficio de su poder, su protección y todas sus bendiciones.
Lo mejor que podemos hacer antes de tomar una decisión es
detenernos a pensar en qué contexto vamos a tomarla. En nuestro contexto o en
el contexto del Señor. De acuerdo a nuestra voluntad o a la voluntad de Dios.
¿Agradaremos al mundo o agradaremos a Dios? ¿Somos amigos del mundo o amigos de
Dios? En Juan 15:14, Jesús define con absoluta claridad lo que significa ser
amigos de él. Así dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.
Es decir, nuestra amistad con el Señor depende fundamentalmente de nuestra
obediencia a sus instrucciones. No
podemos decir que somos amigos de Dios si estamos actuando de manera diferente
a lo que nos dice su Palabra.
Sin duda somos sumamente bendecidos porque Dios es todo
misericordia y lleno de gracia, e incluso si llegáramos a darle la espalda a
nuestro Padre celestial, él permanece fiel cerca de nosotros esperando pacientemente
a que decidamos volver a él, como fue el caso del hijo pródigo (Lucas capítulo
15). Así dice 2 Timoteo 2:13: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no
puede negarse a sí mismo”. Pero esta seguridad no debe llevarnos a actuar fuera
de la voluntad de Dios presumiendo que por su gracia y misericordia todo estará
bien. Si actuamos de esta manera, con seguridad las consecuencias no van a ser
buenas.
Toma unos minutos ahora mismo y pídele al Señor que te dé
discernimiento espiritual y sabiduría que puedas aplicar a cada una de las
decisiones que tienes que tomar cada día. La manera en que actúes será una
expresión pública de tu relación con Dios. Esta es una razón poderosa de por
qué es tan importante pasar un tiempo en la presencia de Dios, orando y leyendo
su Palabra cada día. Esto nos ayuda a permanecer enfocados en él y nos recuerda
constantemente que él es nuestro mejor amigo.
ORACIÓN:
Amado Padre, yo sé que muchas veces he tomado decisiones
basadas en mis propios conceptos y deseos. Y sé que muchas de ellas han
entristecido tu Espíritu y han traído dolor y sufrimiento a mi vida. Hoy yo te
ruego que me perdones y me ayudes a tomar decisiones basadas en tu Palabra que
honren y glorifiquen tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
No hay comentarios:
Publicar un comentario