¿ERES CULPABLE DE NEGLIGENCIA?
Isaías 5:20
“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a
lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen
lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”
(Lee: Isaías 5:8-30)
En todos los ámbitos sociales vemos como cada quien
entiende las cosas a su manera. La honradez y la integridad que existían en otras
épocas han quedado en el olvido. Ejemplos hay muchos: Alguien se puede
encontrar una cartera llena de documentos, identificaciones y dinero y en lugar de devolverlos, como es
correcto, se ufanan de “su buena suerte”. Se sabe de muchas mujeres que en las loncheras
de sus hijos les colocan pastillas o condones para planificar, porque es mejor
que estén “prevenidos” para que no vayan a traer un hijo al mundo. Incluso, si
las niñas quedan embarazadas, el consejo que les dan es abortar, “porque un
hijo les dañará la vida y ellas todavía no están para eso”. Es tan ladrón quien
roba una aguja como quien asalta un banco. Es tan asesino quien practica el
aborto como quien comete una masacre. La moral y la ética parece que en estos
tiempos son mitos o leyendas, y quienes aún la practicamos nos tildan de
retrasados o tontos.
Lamentablemente como estos ejemplos hay muchos y no acabaríamos
de citarlos. Lo que sí es de vital importancia es que nosotros los cristianos, seamos
auténticos e íntegros y enseñemos justamente lo que dice la Santa Palabra de
Dios. Nosotros somos la luz del mundo y la sal de la tierra y es nuestro deber compartir
y llevar las Buenas Nuevas del Evangelio a los necesitados y extraviados.
“Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay
quien les predique? ¿Y quién predicará
sin ser enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que
trae buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).
“Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién
enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí!”
(Isaías 6:8).
¡Ardua tarea la que Dios nos ha encomendado!
Amado Padre ¿Hasta dónde soy culpable de un mundo torcido
y violento, de un mundo que a lo malo le dicen bueno, y a lo bueno malo? Por
favor te ruego me des sabiduría y denuedo para hablar sin temor ni vergüenza de
lo que me has dado, para que los que se encuentran en la oscuridad te conozcan.
¡Atráelos a ti como lo has hecho con tanto siervo tuyo! Gracias Señor, en el
nombre poderoso de Jesús, Amen.
¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.
Dora C.
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