lunes, 15 de septiembre de 2014

¿CREES QUE REALMENTE ERES LIBRE?



¿CREES QUE REALMENTE ERES LIBRE?

Juan 8:31-32
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”

Cuando Jesús pronunció estas palabras estaba hablando con un grupo de judíos que habían creído en él. Ellos le respondieron: “Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” Desde el punto de vista humano, libertad es la capacidad de poder escoger o actuar con poca o ninguna restricción o límites. Sin embargo, en el aspecto espiritual y de acuerdo a los principios divinos esta definición es realmente una descripción de rebeldía, donde la sumisión a una autoridad se rechaza y cada uno hace lo que más le place. En realidad la verdadera libertad es aquella que nos libera de la esclavitud del pecado y de la condenación eterna, y ésta sólo se encuentra sometiéndonos a la voluntad de Dios. A esto se refirió Jesús.

En su carta a los Romanos el apóstol Pablo escribió: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:16-18). Esto significa que, queramos o no, somos siervos o esclavos de alguien o de algo. El problema es que si somos esclavos del pecado caminamos en dirección a la destrucción y a la desgracia, y finalmente a la condenación eterna. Por el contrario si somos siervos de la verdad y la justicia representadas por la palabra de Dios, entonces somos verdaderamente libres y disfrutaremos de vidas bendecidas. Esto puede parecer una paradoja, pero es absolutamente cierto y debemos creerlo por fe.

El primer paso para la verdadera libertad es reconocer en que aspectos no somos libres, es decir identificar esas áreas de nuestras vidas que están sometidas a la esclavitud de algún vicio o algún pecado específico. Aquellos que no han recibido a Cristo como Salvador están atados a la incredulidad. Ellos no pueden creer en Dios ni confiar en las promesas de las Santas Escrituras porque tienen “el entendimiento entenebrecido”, dice Efesios 4:18. El pecado les impide ver su condición de esclavos y por lo tanto no admiten que necesitan un salvador que los libere.

Los cristianos tenemos que ser cuidadosos, pues también podemos caer en algún tipo de esclavitud, especialmente en lo que se refiere a alguna dependencia, las cuales a veces son tan sutiles que resultan difíciles de identificar. Algo en apariencia tan simple como sentirse inferior, por ejemplo, es un tipo de esclavitud que puede influir en la manera en que reaccionamos ante las demás personas. Nuestras respuestas a los desafíos de la vida pueden estar afectadas por este sentimiento, y nuestra habilidad de pensar o actuar puede disminuir. También afectan nuestra capacidad de confiar en Dios y obedecerle. Y a la larga estos sentimientos de inferioridad o rechazo pueden limitar notablemente nuestra capacidad para ser testigos de Jesucristo. De igual manera otros sentimientos, o pensamientos, o deseos, o hábitos pueden considerarse cadenas que nos esclavizan de una manera u otra afectando nuestra relación con Dios.

Dios quiere que caminemos en libertad. La Biblia nos enseña que somos verdaderamente libres cuando sabemos cuál es nuestra posición en Cristo, nuestra identidad en Cristo, y todas nuestras posesiones en Cristo. El camino al descubrimiento de estas verdades lo encontramos sólo a través de la poderosa Palabra de Dios. Medita en este capítulo 8 del Evangelio de San Juan. Pide al Señor que te dé discernimiento para descubrir las cadenas espirituales que te impiden actuar libremente, y la fuerza espiritual para rechazarlas en el nombre de Jesucristo. Aplica a tu vida la verdad que encuentras en la Santa Palabra de Dios y serás verdaderamente libre.


¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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