¿PUEDES AMAR DE LA MANERA EN QUE JESÚS NOS AMA?
1 Corintios 13:1-7
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas,
y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese
toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase
mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido,
es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
La Biblia nos habla en Hechos capítulo 7 de un hombre
llamado Esteban, el cual siendo apedreado por una turba de judíos enfurecidos,
en medio del terrible dolor de las pedradas, puesto de rodillas, moribundo,
clamó a gran voz diciendo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Varios
años antes, mientras sufría el indescriptible dolor de la crucifixión, nuestro
Señor Jesucristo pronunció palabras similares cuando clamó al cielo diciendo:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). ¿Cómo es
posible que alguien pueda perdonar a quien le ha causado heridas tan profundas
y dolorosas?
La clave está en tener un corazón lleno del verdadero
amor que viene de Dios. La escritura de hoy define las características de este
amor. Dice que ese amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta”. Jesús exhortó a sus discípulos a amar y a perdonar de esta manera. En
Mateo 5:43-44 el Señor dice: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y
aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen”. Es muy fácil amar a nuestros hijos, o al esposo o
esposa, o a los amigos, o a los que son buenos con nosotros, pero, ¿amar a los
que nos han herido? Jesús nos exhorta a amar de esta manera porque primeramente
él dio el ejemplo. Y si queremos ser como Jesús, una de las cosas que debemos
imitar es amar como él amó.
Pero, ¿cómo podemos ser capaces de amar de este modo?
¿Cómo puedo yo amar de la manera en que Jesús amó? Lamentablemente tenemos que
aceptar la realidad de que por nuestras propias fuerzas es totalmente
imposible. Es absolutamente necesario que el Espíritu Santo produzca ese amor
en nosotros, y entonces seremos capaces de manifestarlo a los demás así como lo
hizo Esteban. La Biblia dice que, mientras estaba siendo apedreado, “Esteban,
lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios,
y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Esteban era un ser
humano. Esto quiere decir que es posible para nosotros lograrlo.
Para ello es necesario seguir varios pasos. El primero es
aceptar a Jesucristo como Salvador. Cuando lo hacemos, el Espíritu Santo viene
a morar en nuestros corazones. El segundo paso es permitir que él haga su obra
en nuestras vidas. Esto se consigue estableciendo una íntima comunión con Dios
por medio de la oración y la lectura de su Palabra día tras día, meditando en
ella, esforzándonos en ponerla en práctica en nuestro diario vivir en toda
oportunidad que se presente. Así, poco a poco, el Espíritu Santo irá
produciendo su fruto de amor y misericordia en nuestras vidas, según nos dice
Gálatas 5:22-23. Sólo entonces podremos tener el amor de Dios en nuestros
corazones y transmitirlo a los que nos rodean. No existe otra manera.
La humanidad está muy necesitada del amor de Dios. Si
queremos ver un mundo mejor, el cambio tiene que empezar en cada uno de
nosotros, después nuestra familia, los vecinos, nuestros amigos y todos los que
están a nuestro alrededor. El amor es tan importante en la vida del ser humano
que el apóstol Juan afirma: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios
es amor” (1 Juan 4:8). Y Jesús dice en Juan 13:35: “En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Jesús nos
ofrece su amor y su ayuda. No rechacemos tan precioso regalo.
ORACIÓN:
Amante Padre celestial, confieso que soy totalmente
incapaz de amar a los demás como tú me has amado. Por favor pon tu amor en mi
corazón para que yo pueda amar a todos los que me rodean, aún a aquellos que me
han hecho daño. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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