¿CÓMO ESTAS TU BUSCANDO LA DIRECCIÓN DE DIOS?
Salmo 25:4-6
“Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame
tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi
salvación; en ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Señor, de tus piedades
y de tus misericordias, que son perpetuas”.
En estos versículos, David clama pidiendo la dirección de
Dios en su vida. “Muéstrame”, “Enséñame”, “Encamíname”, son palabras que
revelan un alma que ha reconocido su incapacidad para seguir un curso satisfactorio,
y se rinde totalmente al control del Dios de su salvación.
Al buscar la dirección de Dios nosotros debemos estar
conscientes de los obstáculos que encontraremos a lo largo del camino. Los
fuertes deseos carnales, el consejo errado, la impaciencia, la ira, la duda y
todas las presiones son serpientes astutas que constantemente tratarán de
hacernos tropezar y que pueden causar mucho daño en nuestras vidas si cedemos a
sus tentaciones.
Si quieres buscar la voluntad y la dirección de Dios
siempre ten presente los siguientes pasos, según nos indica su palabra:
LÍMPIATE. El
pecado es un estorbo en tu relación con Dios y daña nuestra comunión con él,
pero él siempre está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos. 1 Juan 1:9 dice que
“si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Confesemos esos pecados de los cuales
estemos consientes, y pidamos perdón al Señor por ellos y todos los demás que
no recordemos.
ENTRÉGATE. Dios dice que nos ama y que quiere lo mejor
para nuestra vida. Además él es omnisciente, es decir sabe absolutamente todo
lo que va a suceder en el futuro. Entonces, ¿por qué no creerle y entregarnos
totalmente a su voluntad y dirección? Salmo 37:5: “Encomienda al Señor tu camino,
y confía en él; y él hará”.
MEDITA. ¿Cuán a menudo tomamos decisiones después de
buscar las promesas de Dios en su Palabra y meditar profundamente en ellas?
Salmo 1:1-2: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni
estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
sino que en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de
noche”. Mientras meditemos, oremos suplicando por sabiduría y discernimiento
espiritual.
PIDE. Jesús
nos dice en Mateo 7:7: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se
os abrirá”. Pero pidamos conscientes de que nuestra petición está de acuerdo a
la voluntad de Dios expresada en la Biblia. El apóstol Santiago dice que no
recibimos porque nuestras peticiones son guiadas por razones erróneas. ”Pedís,
y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago
4:3).
CREE. Al
pedir, debemos creer que Dios es todopoderoso para hacer lo que nosotros no
podemos hacer, y que nos ama tanto que quiere lo mejor para nosotros. Dice
Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Y
Efesios 3:20 dice: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros”.
ESPERA. Esto no es nada fácil, pero también es cierto que
es ahí cuando el Señor realiza su mejor trabajo como el escultor de nuestras
almas. El actuará en su tiempo, que es el perfecto. En el pasaje de hoy, David
le dice a Dios: “En ti he esperado todo el día”. Y en el Salmo 37:7 nos da un
valioso consejo: “Guarda silencio ante el Señor, y espera en él”.
Cuando hayas seguido todos estos pasos, concentra tu
atención en buscar la voluntad de Dios por medio de la lectura de su palabra y la
oración diariamente. Entonces actúa conforme a su palabra, y sigue la dirección
que él te indique aunque pienses que es totalmente ilógico. Ten la seguridad
que el poder de Dios se manifestará en tu vida tan pronto obedezcas, y
disfrutarás de muchas bendiciones.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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