¿Tú reflejas la
luz de Cristo?
Juan 9:35-41
“Oyó Jesús que le habían expulsado; y
hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién
es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que
habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para
juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven,
sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto,
le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si
fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro
pecado permanece”.
A través de toda la Biblia vemos como el tema de la
ceguera se menciona con frecuencia. Generalmente se usa este término como una
metáfora, representando la incapacidad espiritual del ser humano para ver la
verdad de Dios. Así es que “ceguera” es una manera de representar el hecho de
vivir espiritualmente en la oscuridad. Describe la incapacidad de discernir la
verdad y la revelación de Dios a través de Jesucristo. Al igual que una persona
que es físicamente ciega no es capaz de ver la revelación visible de Dios, es
decir la creación, la persona que es espiritualmente ciega no puede ver la
revelación invisible de Dios, o sea su gracia y su infinito amor.
El pasaje de hoy nos habla de un hombre ciego de
nacimiento, al cual Jesús había sanado unas horas antes. Como era día de
reposo, cuando los fariseos se enteraron de lo sucedido lo expulsaron de la
sinagoga. Esto llegó a oídos de Jesús, el cual se encontró con el hombre y se
reveló ante él como el "Hijo de Dios". Cuando el hombre creyó y le
adoró, el Señor le dijo: “Para juicio he venido yo a este mundo; para que los
que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. Una traducción más clara del
griego es: “Para juicio he venido a este mundo, para que aquellos que saben que
no pueden ver, vean y aquellos que creen que ven, sean confirmados en su
ceguera”. Jesús revela aquí un principio muy importante en nuestra relación con
él: “Si somos jactanciosos y nos consideramos muy entendidos en las cosas de la
vida, tendremos que resolver nuestros problemas nosotros mismos; sin embargo si
humildemente reconocemos nuestra incapacidad, él se manifestará en nuestras
vidas”.
Jesús vino a dar vista espiritual a aquellos que admiten
que la necesitan y a hacerles saber a aquellos que creen que ven, que realmente
son ciegos. Él vino a traer salvación a todos los que reconocen su incapacidad
de salvarse a sí mismos, y creen y aceptan su sacrificio en la cruz. Los que
son autosuficientes y no creen, así mismos se están juzgando y condenando. Una
de las características principales de un ciego espiritual es que no admite la
falta de vista. Los fariseos no admitían su ceguera, por eso preguntaron a
Jesús: “¿Acaso nosotros somos también ciegos?” Jesús les respondió: “Si fuerais
ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: vemos, vuestro pecado
permanece”. En otras palabras, si reconocieran que están ciegos, yo podría
hacer algo por ustedes, pero como dicen que ven, no hay absolutamente nada que
yo pueda hacer por ustedes. Continuarán siendo ciegos para siempre. Este es el
resultado de la ceguera espiritual: condenación eterna. Pero en Juan 8:12,
Jesús les ofrece una esperanza: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Los que en algún momento reconocimos nuestra ceguera
espiritual y aceptamos a Jesucristo como Salvador, recibimos su luz redentora
que nos sacó de las tinieblas. Por esa razón, hoy tenemos una gran
responsabilidad en este mundo: reflejar la luz de Cristo dondequiera que
estemos. Jesús dice en Mateo 5:14: “Vosotros sois la luz del mundo”. Y entonces
nos dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Nuestro testimonio puede mover a muchos que están ciegos
a nuestro alrededor a que dispongan su corazón para recibir la única luz que
puede sanarlos de la ceguera espiritual: la luz de la salvación que viene a
través de Jesús. Seamos instrumentos en manos de Dios para que su nombre sea
glorificado.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a disponer mi corazón para
recibir la única luz que puede sanarme de la ceguera espiritual y capacítame
para que yo pueda reflejar la luz de Cristo a través de mi testimonio, y
aquellos que me rodean puedan llegar a ver lo que su ceguera espiritual ahora les
impide que vean. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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