¿Por cuales de tus
necesidades oras al Señor?
Filipenses 4:19
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
La Biblia dice que Dios suplirá todo lo que les falta a
sus hijos. Sin embargo, tenemos la tendencia a acudir a él sólo en aquellas
cosas que nos parecen muy “difíciles” o “complejas”, mientras nosotros nos
encargamos de las que son “fáciles” o “simples”, de acuerdo a nuestro criterio.
Y muchas veces el resultado es un rotundo fracaso. Debemos siempre recordar que
Jesús dijo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Por lo tanto debemos
de solicitar su ayuda en oración aún en los problemas más pequeños.
La siguiente historia es una prueba evidente de ello:
Corie ten Boon fue una famosa predicadora holandesa que fue usada con poder por
Dios hace varias décadas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Corie y su hermana
Betsie conjuntamente con el padre de ambas fueron arrestadas por los nazis,
acusados de esconder judíos en su hogar y fueron enviados a un campo de
concentración. Su padre y su hermana Betsie murieron en la prisión, y cuando
ella fue liberada regresó sola a su casa. Después de la guerra, Corie ten Boon
se dedicó a predicar la Palabra de Dios por todo el mundo. En una ocasión,
mientras predicaba acerca del poder de la oración, Corie contó esta anécdota
sucedida en los días de su cautiverio:
“Una mañana me desperté con un resfriado terrible y le
dije a Betsie: - ¿Qué puedo hacer? Ni siquiera tengo un pañuelo. - Ora - me
dijo ella - Me sonreí. Pero ella oró. – “Padre, Corie está resfriada y no tiene
un pañuelo. Por favor, suple uno para ella. En el nombre de Jesús, Amén”. No
pude evitar la risa, pero cuando ella dijo “Amén”, escuché que me llamaban. Fui
a la ventana, y allí estaba mi amiga, que trabajaba en el hospital de la
prisión. - ¡Rápido, rápido! Toma este paquetito, es un pequeño regalo para ti.
Abrí el paquetito y dentro había un pañuelo. - ¿Cómo se te ocurrió traerme
esto? ¿Cómo sabías que estoy resfriada? - No lo sabía, pero estaba doblando
pañuelos en el hospital y una voz en mi corazón me dijo: “Llévale uno a Corie
ten Boon”. - ¡Qué milagro! ¿Entienden lo que ese pañuelo me dijo en aquel
momento? Me dijo que en el cielo hay un Padre amoroso que oye cuando una de sus
hijas, en este pequeñísimo planeta, pide una cosa insignificante e imposible:
un pañuelo. Y ese Padre celestial dice a otra de sus hijas que le lleve uno a
Corie ten Boon”.
En Mateo 9:27-30 leemos una pequeña historia acerca de
dos ciegos que se acercaron a Jesús, pidiéndole que los sanara. El Señor
entonces les preguntó: “¿Creéis que puedo hacer esto?” Ellos inmediatamente
contestaron: “Sí, Señor”. Entonces Jesús les tocó los ojos diciéndoles:
“Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Y ambos recobraron la vista. Sin lugar a
dudas, la clave de este milagro de nuestro Señor fue la fe de aquellos ciegos.
Ellos estaban seguros de que Jesús podía devolverles la vista a pesar de que
humanamente era totalmente imposible. Ahora bien, no es necesario que nos
encontremos en una situación que requiera un milagro divino. Dios está al tanto
de todas nuestras necesidades (aún las más pequeñas e insignificantes) y las
suple con amor “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, como dice
el pasaje de hoy. Sólo tenemos que creer. Así lo afirma Jesús en Mateo 21:22
“Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Dios contesta la oración, y sus promesas son una realidad
mayor que nuestros problemas. ¡Qué Padre tan maravilloso! Sólo tenemos que
acercarnos a él trayéndole nuestros problemas y confiar en su amor y su poder,
como nos dice Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
No te cohíbas de traer ante tu Padre celestial aun el más pequeño de tus
problemas o necesidades. Él está esperando para darte la respuesta más
conveniente para ti. Cuando oramos con fe, y esperamos con paciencia, Dios
contestará nuestras oraciones, oportunamente, en su perfecto tiempo y de
acuerdo a lo que él sabe es lo mejor para nosotros.
ORACIÓN:
Mi amante Padre celestial, gracias mi Dios, por tus promesas
de ayudarme y suplir mis necesidades. Aumenta mi fe, para que yo no vacile ni un
instante en acudir a tu trono de gracia en busca de ayuda en mis necesidades,
aún en las más simples e insignificantes. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
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