¿No puedes
controlar tus pensamientos?
Colosenses 3:1-2
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Te acuestas en la cama después de un largo día, cierras
tus ojos y empiezan a llegar pensamientos a tu mente. En cuestión de minutos
comienzas a sentirte mal recordando algunas oportunidades perdidas, errores del
pasado, y situaciones que pudieron haberse convertido en triunfos y nunca lo
fueron. En ocasiones la mente se concentra en el hecho de que no has tenido
tanto éxito en la vida como algunos de tus vecinos o amigos. “Si tan sólo…”,
piensas. A simple vista no parece haber ningún peligro en esta secuencia de
pensamientos, sin embargo si dejas que esos pensamientos negativos te controlen
empezarás a experimentar sentimientos negativos como confusión, temor, y culpa.
Más tarde esos sentimientos negativos se desarrollan creando raíces que van
profundizando, y producen ansiedad y tensión, y no puedes conciliar el sueño.
Todos estos pensamientos y sentimientos negativos son totalmente opuestos a la
paz y el gozo que provienen de Dios. Y por regla general el final de este
proceso es la creación de un área de nuestra mente que está controlada por el
enemigo y produce problemas espirituales y emocionales en nuestras vidas.
En su segunda carta a los corintios, el apóstol Pablo
escribe acerca de este asunto. En 2 Corintios 10:3-5 les dice: “Pues aunque
andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo”. Cuando tenemos conocimiento de la palabra de Dios y permitimos que el
Espíritu Santo la use como su espada, podremos destruir esas fortalezas
espirituales, esas áreas en nuestra mente que el enemigo puede usar para manipularnos
y desviarnos del camino que Dios ha señalado para nosotros. No debes permitir
que esos pensamientos negativos que claramente están en desacuerdo con los
planes de Dios para tu vida permanezcan en tu mente, sino debes traerlos a la
presencia y la luz de Jesucristo y sujetarlos a la autoridad de su palabra.
Es necesario someter tus preocupaciones al Señor tan
pronto éstas aparezcan en tu mente. Tienes, pues, que sobreponerte a esa
tendencia natural de autosuficiencia e ir en contra de tu orgullo y de tus
propios conceptos. Jesús nos invita a venir a él con todas nuestras cargas y
preocupaciones, y nos promete que recibiremos descanso, no sólo físico o
emocional, sino algo más profundo y reparador, descanso para el alma. En Mateo
11:28-29, Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y
yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.
Si tú crees que eres totalmente responsable de resolver
cada problema que te encuentras, o de ordenar tu vida de acuerdo a tus propios
conceptos, invariablemente vas a fallar. Pero cuando sometes tu mente y tu
voluntad al Señor, podrás vivir con la confianza de que “el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”
(Filipenses 1:6).
Cuando depositas tu confianza en Dios, podrás dormir en
paz aún en medio de problemas y dificultades. De la misma manera que lo expresó
el salmista en el Salmo 4:8: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque
solo tú, Señor, me haces vivir confiado”.
ORACIÓN:
Padre santo, te doy gracias por la seguridad que me das
de que puedo vivir una vida de paz y sosiego, si traigo ante tu trono de gracia
mis preocupaciones, mis pensamientos y mis cargas. En este momento los estoy
poniendo todos a tus pies. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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