¿Sientes celos o
envidia de alguien?
Hechos 13:42-46
“Cuando salieron ellos de la sinagoga de los
judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de
estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los
prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les
persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo
se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los
judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía,
contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo,
dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la
palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida
eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”.
Este pasaje nos cuenta que los judíos se opusieron a la
predicación de Pablo porque “se llenaron de celos” al ver la muchedumbre que se
reunió “para oír la palabra de Dios”. En Génesis 30:1 leemos que “viendo Raquel
que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana”. Entonces le pidió a
Jacob que se llegara a su sierva Bilha, la cual concibió y dio a luz un hijo a
Jacob. También los hermanos de José “le tenían envidia” (Génesis 37:11) porque
su padre mostraba favoritismo hacia él, y por esa razón lo vendieron como
esclavo a unos mercaderes. Poncio Pilato les preguntó a los judíos si querían
que soltara al criminal Barrabás o a Jesús, “porque sabía que por envidia le
habían entregado”, dice Mateo 27:18. Poco después se cometió la mayor injusticia
de la historia de la humanidad. Estos ejemplos nos muestran la maldad que se
desprende de la envidia o de los celos.
Los celos y la envidia son sinónimos. Cualquier ventaja
que una persona tenga sobre otra en algún área específica puede dar lugar a ese
sentimiento, ya sea una buena posición económica, o la inteligencia, la buena
apariencia, la popularidad, un buen empleo, etc. La envidia es un resentimiento
que surge por el deseo de tener esas y otras cosas. El diccionario define
“envidia” de la siguiente manera: “Tristeza o pesar del bien ajeno. Sentimiento
de hostilidad contra el que posee una cosa que nosotros no poseemos”. La
envidia produce tristeza, pesar, infelicidad; afecta el estado espiritual y a
la larga afecta también la salud física y mental. Proverbios 14:30 dice: “El
corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos”.
El apóstol Pablo, en su carta a los gálatas, les dice:
“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo
de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne”
(Gálatas 5:16). Entonces menciona una larga lista de “las obras de la carne”,
entre las cuales incluye “los celos y la envidia”. Ciertamente estos
sentimientos pueden traer muy malas consecuencias en la persona que los siente
y en aquellos que le rodean. Debemos estar muy alertas, pues ni el cristiano
más consagrado es inmune a la sutil tentación de la envidia.
Medita en esta enseñanza, mira bien dentro de ti, y
contesta esta pregunta: “¿Sientes envidia de alguien?” Si la respuesta es “sí”,
debes confesarla ante el Señor con un corazón arrepentido, y empezar a orar por
esa persona. Sabrás que estás arrancando de ti la envidia cuando comiences a
regocijarte en el éxito y las buenas cualidades de esa persona.
ORACIÓN:
Padre santo, arranca de mi corazón todo sentimiento de
celos o envidia, que sin duda afectan mi relación contigo. Ayúdame a gozarme en
lo bueno que sucede a los demás, sabiendo que todo lo bueno proviene de ti. En
el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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