¿Aún cometes
pecados “poco importantes” para ti?
Números 33:50-56
“Y habló Jehová a Moisés en los campos de
Moab junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y
diles: Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de Canaán, echaréis
de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus
ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus
lugares altos; y echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella;
porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad. Y heredaréis la tierra
por sorteo por vuestras familias; a los muchos daréis mucho por herencia, y a
los pocos daréis menos por herencia; donde le cayere la suerte, allí la tendrá
cada uno; por las tribus de vuestros padres heredaréis. Y si no echareis a los
moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de
ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados,
y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis. Además, haré a
vosotros como yo pensé hacerles a ellos”.
En este pasaje, Dios da instrucciones específicas a
Moisés en relación a lo que los israelitas debían hacer una vez llegaran a la
tierra prometida. En primer lugar les ordena echar fuera a “todos los moradores
del país” y destruir “todos sus ídolos”, “todas sus imágenes” y “todos sus
lugares altos” o altares. Notemos que Dios es muy específico al repetir la
palabra “todos”. No cabe la más mínima duda de que el Señor deseaba la total
eliminación de todo aquello que estaba en contra de sus principios. Al final
del pasaje Dios les advierte lo que sucedería si no cumplían al pie de la letra
sus órdenes y dejaren algunos de los moradores de aquella tierra. Les dice que
“ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados,
y además, haré a vosotros como yo pensé hacerles a ellos”. Está claro que no
era conveniente para los israelitas restar importancia a nada de lo mencionado
por Dios.
También en 1 Samuel capítulo 15, Dios nos muestra de
manera muy clara cuál es su sentir en cuanto a eliminar todo aquello que es
desagradable delante de sus ojos. Aquí, por medio del profeta Samuel, el Señor
da órdenes al rey Saúl de que atacara a los amalecitas, enemigos acérrimos de
Israel, y destruyera todo, incluyendo mujeres, niños, bebitos, vacas, ovejas.
Todo, absolutamente todo debía ser eliminado. Sin embargo, Saúl optó por
perdonarle la vida al rey Agag, y traerse consigo lo mejor de las ovejas y del
ganado. Quizás él pensó que eso no tenía “mucha importancia”. Pero en ese
momento comenzó la declinación de su reinado. Poco después Samuel le dijo a
Saúl: “Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha
desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). Saúl cayó de su trono por no
haber obedecido al pie de la letra las instrucciones del Señor.
¿Cuántas veces hemos desobedecido las instrucciones que
Dios nos ha dado a través de su palabra? O quizás las hemos obedecido a medias,
como hizo Saúl, y hemos creído que hemos cumplido con lo que el Señor espera de
nosotros. Tal vez aquel que ha sido por mucho tiempo adicto a la pornografía se
da cuenta que eso no agrada a Dios y decide hacer algo, pero al final dice:
“Voy a guardar esta revista que apenas tiene dos o tres fotos pornográficas”; o
“Voy a dejar esta página web en mis favoritas porque no es tan mala como las
demás que eliminé”. Quizás algún otro diga: “Un trago de whiskey de vez en
cuando no tiene importancia”, o “Un cigarrillo o dos al día no me van a
afectar”. ¡Mucho cuidado! Una
pequeña llamita que se dejó descuidadamente al apagar una fogata en medio del
bosque, muchas veces ha dado lugar a un fuego que ha llegado a convertirse en
un infierno abrasador cuyos resultados han sido catastróficos tanto en la
pérdida de bienes materiales como de vidas humanas.
Dios, en su infinita sabiduría, sabe exactamente lo que
nos hace daño aunque a nosotros pueda parecernos de “poca importancia”. No
debemos tratar de modificar sus instrucciones, sino seguirlas al pie de la
letra sabiendo que entonces él nos colmará de bendiciones. Medita en esta
enseñanza, y si hay algo en tu vida que sabes desagrada al Señor y entristece
su Santo Espíritu, hazte el propósito de eliminarlo total y completamente.
ORACION:
Bendito Padre celestial, gracias una vez más por la
oportunidad de la vida, gracias por todo lo que me da inmerecidamente. Hoy su
Santa Palabra me redarguye del pecado y de mi desobediencia hacia Usted Señor.
Reconozco ante que aún existen en mí tantos deseos impuros y acciones pecaminosas
que ofenden su Santidad Señor. Por favor perdóneme, reconozco también que no he
sido integro al obedecer su Palabra. Me avergüenzo de mi conducta por
desagradarle y entristecer tu Santo Espíritu. Ayúdeme, tome el control de mi
vida Padre, deme sabiduría y fuerzas para eliminar de mi vida absolutamente
todo lo que le ofende o no glorifica su nombre. Todo se lo suplico en el
Bendito nombre de Jesús, Amen y Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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