Efesios 4:31-32
“Quítense de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes
sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
Jesús nos dice
que debemos perdonar a quienes nos hacen daño, orar por quienes nos persiguen y
bendecir a quienes nos maldicen (Mateo 5:44). Esto es difícil. Pero hay algo
más difícil: vivir lleno de odio, amargura y resentimiento.
La falta de perdón ha saqueado el mundo. Es la causa de guerras, asesinatos
y divorcios. La consecuencia emocional de la falta de perdón es fatiga nerviosa
(tensión), enojo, odio y celos. La falta de perdón ocasiona a heridas
emocionales y espirituales. Invariablemente, la falta de perdón roe nuestro cuerpo
físico y nos saquea con enfermedades — incluso hacia la muerte.
El más gran asesino de la tierra no es cáncer, no son las enfermedades del
corazón, tampoco las enfermedades cerebro vasculares, o alguna otra enfermedad
física, el más gran asesino de tierra es el odio, la amargura y la falta de
perdón.
“Gracia y Paz”
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