sábado, 18 de enero de 2014

EL ORGULLO Y LA MALDAD VAN DE LA MANO


Salmo 10:3
“Porque el malo se jacta del deseo de su alma,
Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová”.

El orgullo y la maldad van de la mano, uno conduce a la otra y viceversa

Esto no debe sorprender a nadie puesto que el creador del mal, satanás, también ha sido el ser más orgulloso de la historia del universo. Sí, estoy hablando de ese ser que dijo querer subir hasta los cielos y levantar su trono por encima de las estrellas de Dios. El mismo que pretendió poder llegar a ser igual al Altísimo.

Y miren que este ser tenía muchas razones para auto engañarse como lo hizo. Sí, “el orgulloso se engaña a sí mismo”. Él era modelo de perfección, estaba lleno de sabiduría y de hermosura perfecta.

Por cierto… ¿No son esas las cosas que más le preocupan al ser humano? Todos quieren ser más bellos y eso ha hecho millonarios a los cirujanos estéticos y a los dueños de las clínicas y hospitales donde ellos operan.

Muchos quieren ser sabios y se gastan una fortuna acumulando títulos universitarios de postgrado con el fin de satisfacer una necesidad interna de autoafirmación.

Otros buscan el camino de la perfección en todo lo que hacen y por ello son conocidos como perfeccionistas y escrupulosos. No es que eso sea algo “malo”, pero este tipo de personas se convierte en un fastidio y una molestia para otros que no son como ellas y les toca tener que soportar su obsesión por lo perfecto.

Como podemos observar, en todos estos caso el centro de atención es el propio ser o ego.

No en vano Dios nos dice en su palabra que “El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos”.

Cuidémonos de dejarnos dominar por la arrogancia y la altivez o de lo contrario, estaremos imitando a aquel que fue expulsado del monte de Dios, al que fue arrojado por tierra y fue expuesto al ridículo. No creo que alguien quiera compartir ese deplorable destino.

Escuchemos, imitemos y sigamos al Señor Jesús quien dijo que él era apacible y humilde de corazón. Sólo en él encontraremos descanso para nuestra alma.



“Gracia y Paz”

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