Isaías 56:7
“Yo los llevaré
a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus
sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de
oración para todos los pueblos”.
No cabe la menor
duda de que uno de los puntos mas débiles de la iglesia de Cristo hoy en día es
la oración. Esto se ve reflejado en la asistencia a las reuniones de oración.
Generalmente asisten a estas reuniones un pequeño grupo de personas, en su
mayoría adultas o ancianas, porque el concepto general es que la oración es
para aquellos que no tienen otra cosa que hacer o para personas bien mayores.
Nada más lejos de la verdad. Contrario a este concepto, cuando nosotros buscamos
la presencia de Dios en oración él nos dice en el pasaje de hoy: “Yo los
llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración”. Es decir,
podemos esperar un tiempo agradable, lleno de gozo y de paz. Un tiempo en el
que podemos deshacernos de todas nuestras cargas y preocupaciones y
regocijarnos en la presencia de nuestro Padre celestial. Así lo expresa David
en el Salmo 16:11: “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra
para siempre” ¡Qué experiencia tan preciosa la del salmista!
De alguna manera
el diablo ha propagado entre los cristianos la mentira de que orar es pérdida
de tiempo y que podemos aprovechar mejor el tiempo haciendo otras cosas, por lo
que muchas personas oran sólo cuando les sobra algún tiempo, cuando están en
una situación muy difícil o cuando están pasando por una tribulación y prueba.
Como resultado vemos en la iglesia una tremenda apatía y falta de disposición
para dedicar un tiempo a buscar el rostro del Señor cada día, orando y leyendo
su Palabra. Y la consecuencia de esto es falta de crecimiento espiritual y una
muy superficial relación con Dios.
La oración es el
medio que Dios nos ha dado para que nos comuniquemos con él. A través de la
oración le adoramos, le alabamos, traemos a él nuestras cargas y problemas y
nuestras necesidades de todo tipo, pero sobretodo le vamos conociendo y
estableciendo esa relación que desde el principio de la creación nuestro Padre
celestial ha deseado tener con sus hijos. Al buscar a Dios en oración podemos
experimentar su presencia inefable que llena nuestra vida con amor, paz,
armonía y gozo. Es una experiencia preciosa que no es fácil describir, es
necesario experimentarla individualmente. Cuando estamos orando a solas llega
un momento en que el Espíritu Santo nos envuelve y una paz extraordinaria que
“sobrepasa todo entendimiento” inunda todo nuestro ser.
Cuando se crea
el hábito de buscar el rostro de Dios a una cierta hora cada día, comenzamos a
sentir un verdadero placer que nos lleva ante la misma presencia de Dios, y
allí con toda confianza compartimos con él nuestros problemas. David solía
levantarse muy temprano a buscar el rostro del Señor. En el Salmo 63:1 él
clama: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de
ti, mi carne te anhela…” Esa sed a la que él se refiere es un intenso deseo, una
necesidad espiritual de estar cerca de Dios. Y en el Salmo 37:4 él comparte con
nosotros la experiencia de deleitarse en ese tiempo de comunión:
"Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu
corazón"
La oración es un
privilegio increíble, es la oportunidad de hablar con el Dios todopoderoso, el
Creador del Universo, aquel que tanto nos ama que sacrificó a su único hijo por
nuestra salvación y que desea tener una relación mutua de amor con nosotros.
Realmente deberíamos estar ansiosos esperando el momento de pasar un rato con
él. Lamentable e inexplicablemente no es así.
Comienza a
buscar a Dios en oración como nunca antes y experimentarás su hermosa presencia
y la paz y el gozo del Espíritu Santo. Deléitate en tu tiempo de oración, y
recibirás bendiciones como nunca antes has recibido.
ORACIÓN:
Padre amado,
dame discernimiento espiritual para poder entender la magnitud del privilegio
de poder establecer una relación contigo. Te pido que pongas en mi corazón un
deseo apasionado de buscar tu rostro en oración para deleitarme en ti cada día
de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
Le invito a que visite la
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