martes, 5 de noviembre de 2013

¿TE SIENTES ABATIDO Y DESANIMADO?



Salmo 42:11
"¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío".

Cuando una persona está "abatida" siente que no tiene fuerzas para seguir adelante, o sea está desanimada, su ánimo está por el piso (una definición de "abatir" es derribar, echar por tierra). Este pasaje nos muestra que existe un diálogo interior en la vida de una persona que está abatida y turbada. Esa persona, quizás en períodos de crisis, entabla una conversación consigo misma haciéndose preguntas, buscando una explicación o una solución a su estado de ánimo. Cuando el abatimiento profundiza en la mente y el espíritu, la persona puede llegar a la depresión y hay casos en que el final ha sido el suicidio. De aquí la importancia de enfrentarse al abatimiento lo más pronto posible y eliminarlo totalmente. Claro que cuando una persona no tiene ánimo, ni fuerzas, ni deseos de luchar es mucho más fácil decirlo que llevarlo a cabo.

Muchos comentaristas bíblicos perciben en el pasaje de hoy la voz de David mientras vagaba en el exilio durante la rebelión de su hijo Absalón. En su diálogo interior, él expresa la necesidad de esperar en Dios, y de alabarle sacando fuerzas de donde no hay. Ciertamente es casi imposible para un ser humano alabar a Dios en medio de un estado de depresión. Sin embargo él es el único de quien podemos esperar las fuerzas para levantarnos del piso. Por lo tanto, reconociendo esta verdad, debemos hacer un esfuerzo y clamar al Señor. En el Salmo 119:25, vemos otro ejemplo en el que el salmista expresa su estado de abatimiento y se dirige a Dios en busca de ánimo. Dice: “Abatida hasta el polvo está mi alma.” Entonces clama a Dios diciendo: “¡Vivifícame según tu palabra!”, es decir: ¡Revíveme, levántame, dame fuerzas Dios mío, conforme a tus promesas!

A través de toda la Biblia, de Génesis a Apocalipsis, miles de promesas de Dios nos exhortan a venir a él en busca de descanso para nuestras almas, en busca de reposo, de gozo, de paz. Dios nos asegura que él puede cambiar nuestro lamento en baile (Salmo 30:11: “Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría”); nuestra tristeza en gozo (Salmo 16:11: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo”); nuestras tormentas en paz (Marcos 6:51: “Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban”). Cuando nos encontremos en una situación difícil que puede traer abatimiento a nuestras vidas y echar nuestro ánimo al piso no busquemos la solución en otro lugar que no sea el trono de la gracia de Dios, al cual podemos llegarnos con toda confianza. Dice Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Ese oportuno socorro sólo podemos encontrarlo en el Señor. ¿Por qué buscar en otro lado?

El profeta Isaías hizo la siguiente profecía: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1). Más de 800 años después Jesús dece las mismas palabras frente a un grupo de judíos en la sinagoga (Lucas 4:18), y finaliza diciendo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Han pasado casi 2,000 años desde que Jesús hizo esta declaración, pero estas palabras aun están vigentes, y totalmente a la disposición de todo aquel que cree que él vive y tiene poder para cambiar radicalmente una vida.

Si te sientes rodeado de una nube de abatimiento y turbación, si no tienes ánimo porque las circunstancias te han derribado, aférrate de Dios y recibirás aliento del cielo, suficiente para ordenarle a tu alma que deje de turbarse y se renueve en alabanza y gratitud al Señor. Comienza a alabar a Dios ahora mismo, aunque no sientas deseos. Continúa alabándole, insiste hasta que su paz y su gozo te inunden.

ORACIÓN:
Señor, dame las fuerzas para sobreponerme a mi estado de abatimiento. Haz que tu Espíritu Santo cambie mi desánimo y turbación en alabanza. Yo te pido, si es tu voluntad, que quites de de mi esta depresión y tristeza que me consumen, en el nombre poderoso de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

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