Bendito y
misericordioso Dios, me postro a tus pies con mi espíritu quebrantado,
reconociendo que te he herido con mi comportamiento. Lo confieso y te pido que
me perdones y me laves de toda mi maldad. Restaura mi vida Señor. Haz lo que
tengas que hacer conmigo mi Dios, renuévame y púleme hasta que yo quede como tu
quieres verme. En el nombre de Jesús, Amén.
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