Job 8:5-7
“Si tú de mañana
buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto,
ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu
justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy
grande.”
Vivimos en medio
de una sociedad materialista donde la meta fundamental es el éxito personal, y
lo que define a un “triunfador” es la cantidad de beneficios materiales que ha
obtenido producto de sus esfuerzos. Para muchos, vivir por debajo de este
concepto es una verdadera frustración. Ciertamente tenemos que reconocer que el
éxito nos atrae y nos hace creer que cuando lo alcancemos seremos felices. Por
el contrario el no lograr el éxito en esta vida es equivalente a derrota, y sus
consecuencias generalmente son terribles en la vida de una persona.
Sin duda existen
beneficios cuando alcanzamos el éxito, pero como cristianos debemos aprender a
movernos en el tiempo y los conceptos de Dios. Cuando estamos bajo la dirección
y protección del Señor, lo que estamos viviendo en un momento determinado no es
definitivo, especialmente si lo que estamos atravesando son tiempos donde todo
parece salir mal. El pasaje de hoy nos afirma que aunque tu estado en un
momento determinado sea “pequeño”, aunque te cueste mucho avanzar, aunque las
luchas y dificultades por las que estás pasando te hagan vivir bajo la sombra
del fracaso y el deseo de darte por vencido, en el Señor hay una esperanza de
llegar a un final mucho mejor, y “tu postrer estado será muy grande”.
Este pasaje
expresa una preciosa promesa de nuestro Padre celestial, pero al mismo tiempo
nos indica lo que debemos hacer para que esa promesa sea una realidad en nuestras
vidas. Es necesario que busquemos el rostro de Dios en oración cada día. Así
comienza el pasaje: “Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al
Todopoderoso…” Es necesario que leamos la Biblia diariamente y meditemos en ella, y la
apliquemos a nuestras vidas. El Salmo 1 comienza diciendo que es
“bienaventurado” aquel que “en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley
medita de día y de noche”. Y, después de mencionar los beneficios que obtendrá,
concluye diciendo: “Y todo lo que hace, prosperará”.
Es necesario que
vivamos una vida limpia y recta delante del Señor si queremos disfrutar de los
beneficios de sus promesas. Estas fueron las palabras del amigo de Job cuando
éste estaba pasando por terribles pruebas en su vida: “Si fueres limpio y
recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu
justicia”. El Dios todopoderoso que conoce tus circunstancias se manifestará en
tu vida y hará que tu postrer estado sea “muy grande”. Pero al igual que no se
puede construir un décimo piso sin edificar primero los nueve anteriores no se
puede llegar a un nivel "muy grande" a menos que aprendamos a caminar
en fidelidad a Dios en medio de los “tiempos pequeños” o de aparente derrota.
Si tú estás buscando a Dios de corazón, él está trabajando en esas
circunstancias, preparando los cimientos para algo muy grande y maravilloso en
tu vida. Echa fuera todo sentimiento de frustración y gózate en el Señor porque
para llegar a ser grandes primero debemos ser pequeños. Esa es una ley tanto
natural, como espiritual.
En Isaías 60:22
Dios habla a través del profeta Isaías, y hace a sus hijos esta preciosa
promesa: “El más pequeño llegará a ser un millar, y el más insignificante una
nación poderosa. Yo, el Señor, a su tiempo lo haré realidad”. Mantente en
oración, confiando plenamente en el poder de Dios y “a su tiempo” esta promesa
será una realidad en tu vida. No te desanimes y pon tu confianza en el Señor.
Ten la completa seguridad de que lo mejor está por venir.
ORACIÓN:
Padre mío, quita
de mi toda sensación de frustración y tristeza por mi difícil presente. Dame la
gracia para atravesar las etapas que tú quieres que atraviese, y abre mis ojos
espirituales para poder ver las cosas grandes que tienes reservadas para mi. En
el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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