Mateo 5:7
“Bienaventurados los
misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia”.
¡Que gran deuda Dios nos ha perdonado!
Cuando nos rendimos a los pies de Cristo y le pedimos que entrara a nuestro
corazón, él demostró que “su misericordia es más grande que los cielos” (Salmos
108:4). Después de una larga carrera de pecado, engaño, e inmundicia, los que
de verdad hemos recibido a Cristo en nuestro corazón hemos sido perdonados de
esa montaña de culpa que nos pesaba y nos empujaba hacia el infierno. ¿Cómo
podremos menos que amarle a él, y simpatizarnos y ser misericordiosos con
aquellos que aun sufren o están “destituidos de la gloria de Dios”, así como
nosotros lo estuvimos? (Romanos 3:23).
Al que no le importan los
problemas ni el sufrir de otros, y no extiende ayuda y misericordia, demuestra
que él mismo nunca ha experimentado el perdón de Dios. Por todo esto, nuestro Amado
Padre nos exhorta: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia,
junto con toda maldad. Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con
los otros, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros
en Cristo” (Efesios 4:31-32).
“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día
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