miércoles, 1 de mayo de 2013

COMO LA GALLINA



Mateo 23:37-38
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta”.

En este pasaje Dios le habla a la ciudad amada. Nunca existió un pueblo que Dios haya levantado y escogido para sí, como lo ha sido Jerusalén. Pero la palabra y la sentencia dirigida hacia ellos es muy especial.  Dos veces les llama, como si quisiera que su atención se centrara en lo que habrá de decirles.

Este pueblo rechazó a Dios y su rechazo lo manifestó matando a los profetas y apedreando a aquellos que Dios les enviaba. Más hoy la Iglesia de Dios, al igual que Jerusalén escogida por Dios, debe aprender a actuar en base a aquellos ejemplos que nos quedaron como lecciones valiosas para nuestras vidas, para que no cometamos los mismos errores que ellos cometieron. De esta cuenta, la Iglesia hoy en día, debe decir “bienvenido” a todo aquel verdadero mensajero que venga de parte de Dios, a todo maestro genuino que traiga una voz y un mensaje de parte de Dios.

Quiero tomar una ilustración para poder enfocar el mensaje de hoy, una anécdota al respecto: Un granjero tenía una gallina con varios pollitos, de repente vino una tormenta eléctrica y el granjero corrió a tomar a los de su familia y entró en su refugio con ellos. En su apresuramiento por resguardarse con los suyos, al granjero se le olvidó la gallina. Ya adentro, los hijos del granjero le hicieron ver su falta, pero ya era tarde para salir por la gallina y los pollitos. Los hijos estaban acongojados por la gallina. Al fin de la tormenta ellos salieron y lo primero que hicieron fue ir a buscar a la gallina. De repente encontraron una masa de lo que había sido antes carne, ahora toda quemada. Alrededor plumas medio quemadas, algunas partes de miembros que dejaban saber que esa era su gallina. Los niños rompieron a llorar, pero se acordaron de los pollitos y nuevamente iniciaron la búsqueda. El granjero se dispuso a levantar los restos de la gallina y sucedió que bajo aquellos restos quemados encontró sanos y salvos a los pollitos. La gallina los había protegido de la muerte, aún a costa de su propia vida!

Jesucristo comparó a Israel con los pollitos y a la gallina con Israel. Como el Israel de Dios que la Iglesia ha llegado a ser, según Gálatas 6:16, Dios vela por guardarnos, preservarnos y cuidarnos. De hecho Jesucristo sufrió el sacrificio que como la gallina de la ilustración, estuvo dispuesto a morir por amor a nosotros. ¡Imagínate tener la sobreprotección del Altísimo, del Dios Todopoderoso, del Creador de los Cielos y la Tierra y que se levante como Guerrero, como Escudero, como Abogado Defensor nuestro, como Ciudad Fortificada! ¡Quién se podrá levantar en contra nuestra, si Él marcha delante como poderoso gigante! ¿Qué enemigo podrá hacernos frente a nosotros? ¡Ningún arma forjada prevalecerá en contra de los pollitos de la gallina! ¡Aleluya!

Pero… Israel no quiso ser protegida. ¡Qué terrible cosa es no querer nada con Dios! El hombre llega a rechazar a Dios con sus actitudes: Se le habla de Dios, de su Palabra, de Su Plan de Salvación, de Su Evangelio y no le gusta, aún, se molesta, lo niega. Está huyendo y rechazando la Gracia que Dios le ofrece. Está viendo pasar delante de sí, los años de su existencia y no corre a refugiarse en su mamá gallina, en su Creador y Formador. ¿Qué puede depararle si persiste en esta conducta? La respuesta está al final del pasaje citado: La casa es dejada desierta.

Cuando señala el Señor Jesucristo que aquella casa habría de ser dejada desierta, en primera instancia se refería al templo en su tiempo presente, a aquel mismo templo del cual el dijo que no quedaría piedra sobre piedra de él (Mateo 24:1-3), luego, cuando se habla de que sería dejado el templo desierto, no se refería a que ya no iban a acudir personas, sino que la presencia de Dios le abandonaría por completo. Esto lo confirma en el versículo 39, del mismo pasaje de Mateo 23, cuando dice: “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Y esto viene a significar una dirección clara que nos enfila hacia su segunda venida, pero ese es otro tema.

Apliquemos: ¿De qué sirve templo sin Dios en él? ¿Para qué culto si no hay Dios a quién adorar? Pero también: ¿De qué sirve la vida si dejamos a Dios fuera de ella? Ninguna de estas cosas tendría sentido ni propósito, si falta el elemento básico y esencial que es Dios. El hombre no es nada ni nadie sin Dios. El rechazar sistemáticamente a Dios, hace que totalmente nos abandone, que nos quedemos huecos, vacíos, la vida entonces se vuelve vana e insípida.

Amemos a Dios, amemos su presencia, anhelemos su amistad, compañerismo y comunión. Esto es lo que debe ser el todo del hombre. Ya lo expresó el hombre más sabio que ha habido en esta tierra, exceptuando claro al Señor Jesucristo. Y lo dice como una conclusión final después de que él mismo argumenta que se ha dado a la tarea de estudiar los misterios y secretos de la vida. El concluyó que:

“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es EL TODO del hombre” (Eclesiastés 12:13)

“Gracia y Paz”
Palabra Miel

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