Colosenses 3:17
"Y todo lo que hacéis, sea
de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias
a Dios Padre por medio de él".
A lo largo de la historia hemos
sabido de mucha gente que hicieron cosas deshonestas "en el nombre de
Dios". Ha habido incluso muertos por causa de “celos por la palabra de
Dios” entre grupos afines a diferentes doctrinas supuestamente bíblicas. Y si
nos remontamos al principio de la iglesia cristiana, después de Pentecostés,
vemos ejemplos de muchos cristianos llenos del Espíritu Santo que fueron
ejecutados por multitudes de judíos legalistas argumentando que lo hacían en el
nombre de Dios. Pero es absolutamente erróneo hacer algo que sea contrario a la Palabra de Dios y
pretender que se hace en el nombre del Señor, pues Dios y su palabra son una
misma cosa y jamás pueden contradecirse.
Muchas veces nuestras palabras
dicen una cosa y nuestras acciones dicen otra. Por un lado pretendemos
glorificar al Señor y por el otro manchamos su Santo Nombre. El pasaje de hoy
dice claramente que todo lo que digamos o hagamos debe ser hecho en el nombre
del Señor Jesús. Hacer algo en el nombre del Señor significa que estamos
obrando en su autoridad y en su total aprobación. Por lo tanto cada palabra o
acción deben exaltar y glorificar el nombre de Jesucristo, y todo lo que
hagamos debe ajustarse a lo que dice la Palabra de Dios. Este es el filtro para detectar
si nuestras palabras o acciones son realmente hechas en el nombre del Señor.
Pero debe ser hecho de todo corazón y con plena conciencia de a quien queremos
agradar.
El apóstol Pablo, en esta misma
carta, abunda un poco más sobre este punto en los versículos 23 y 24: "Y
todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque
a Cristo el Señor servís". Y en el Sermón del Monte, Jesús enseñó a sus
discípulos el secreto del origen de nuestras acciones y de nuestras palabras.
Dice Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno;
y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca”. Debemos estar bien seguros en nombre de
qué "señor" hablamos y actuamos. Si Cristo no está reinando en
nuestro corazón lo que digamos o hagamos tendrá la característica de "otro
señor". Quizás sea nuestro "yo" egoísta, o el mundo, o cualquier
otro señor pero no nuestro Señor Jesucristo.
Es necesario tomar la firme
determinación de hablar y vivir de acuerdo a lo que dice la Palabra de Dios. En 1
Pedro 4:11 dice: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si
alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea
Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por
los siglos de los siglos. Amén”. Todo aquel que habla en el nombre del Señor
hipócritamente podrá engañar a los demás por un tiempo, pero la Biblia dice que “Dios no
puede ser burlado” (Gálatas 6:7). Más tarde o más temprano tendrá que pagar las
consecuencias de sus acciones.
Claro que es imposible hablar o
actuar conforme a la Palabra
de Dios si no conocemos las Escrituras. Jesús dijo a un grupo de judíos:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la
vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Decide hoy
dedicar tiempo todos los días a leer la Biblia. Medita en
lo que lees y pide al Señor que te dé discernimiento espiritual para entenderlo
con absoluta claridad, y fe y valor para ponerlo en práctica.
ORACIÓN:
Padre del cielo, ayúdame a
adquirir el conocimiento de tu Santa Palabra, y derrama en mí tu gracia para
que mis palabras y hechos coincidan siempre con tu voluntad, y honren y
glorifiquen tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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