Juan 11:38-41
"Jesús, profundamente
conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta
encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto,
le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he
dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de
donde había sido puesto el muerto".
Estos versículos describen las circunstancias
previas al milagro ocurrido en aquella aldea llamada Betania, donde vivía una
familia muy querida por Jesús: Marta, María y su hermano Lázaro, el cual había
muerto cuatro días antes. Cuando Jesús recibió la noticia de que su amigo
Lázaro estaba enfermo, dice la
Biblia en Juan 11:6 que se quedó dos días más en el lugar
donde estaba, en lugar de correr inmediatamente al lecho del enfermo y sanarlo
como había hecho con tantos otros enfermos en ocasiones anteriores. Pero había
un propósito al actuar Jesús de esta manera, contrario a la prisa con que Marta
y María deseaban que el Señor actuara. Jesús les dijo a sus discípulos: “Esta
enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella”. Dios se glorificaría en estas circunstancias.
Cuando Jesús llegó a la aldea, ya
Lázaro estaba muerto desde hacía cuatro días. De acuerdo a la costumbre judía
había que esperar tres días para declarar oficialmente y con toda certidumbre
la muerte de una persona. En este caso no había duda alguna de la muerte de
Lázaro, y cuando Jesús dijo que quitaran la piedra del sepulcro, Marta le dijo:
“Señor, hiede ya, porque es de cuatro días”. En otras palabras: no hay ninguna
esperanza. Marta sólo podía ver lo que todos veían: una tumba cerrada por una
piedra y dentro un cuerpo descompuesto. Jesús podía ver más allá. Él podía ver
la gloria de Dios a pesar de las circunstancias. Por eso Jesús le dijo a Marta:
“¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” En ese momento, por la
gracia del Espíritu Santo, Marta quitó de su vida "la piedra" de la
duda e incredulidad e inmediatamente después sucedió el milagro. Cuando
quitaron la piedra del sepulcro, Lázaro salió caminando para el asombro de
todos los presentes.
Cuando el tiempo pasa y no vemos
que las circunstancias mejoran, nuestra fe puede comenzar a decrecer y podemos
caer en un estado de duda e incredulidad. Este pasaje nos muestra que no es en
nuestro tiempo cuando los milagros suceden, sino en el tiempo del Señor. Al
igual que Marta y María, debemos acudir al Señor cuando estamos en medio de una
prueba, pero entonces debemos esperar a su tiempo. Lo segundo que debemos hacer
es creer de todo corazón que Dios tiene el poder para resolver nuestro problema
aunque a nosotros y a todo el mundo a nuestro alrededor parezca que no hay
ninguna esperanza. “Nada hay imposible para Dios”, dice Lucas 1:37. Y en Mateo
21:22 Jesús dijo: “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Es necesario que quitemos toda piedra
que está impidiendo que Dios haga milagros en nuestras vidas. Entre la persona
de Jesús y el muerto, Lázaro, estaba la piedra que tapaba el sepulcro. Jesús
tenía todo poder para mover esa pesada roca pero les pidió a ellos que la
quitasen. ¿Por qué lo hizo? Porque corresponde a nosotros remover la piedra o
el obstáculo que impide que se lleve a cabo el milagro de Dios. Lo fue en
aquella oportunidad y hoy también es necesario eliminar de nuestras vidas las
piedras de incredulidad, falta de integridad, inmundicia, idolatría,
contiendas, rencores, en fin… todo tipo de pecado y todo aquello que no
glorifique el nombre de Dios. Entonces la gloria y el poder de Dios se
manifestarán abundantemente en nuestras vidas.
ORACIÓN:
Dios mío, no quiero interrumpir tus
planes en mi vida, por eso en este momento renuncio a todo espíritu de duda e
incredulidad, y todo aquello que está evitando que tú glorifiques tu nombre.
Por favor aumenta mi fe para creer en tu poder en todas las circunstancias por
difíciles que sean. En el nombre de Jesús, Amen.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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