Isaías 49:8
“Así dijo el Señor: En tiempo
aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé”.
Lucas 18:16
Jesús, llamándolos (a los niños),
dijo:… de los tales es el reino de Dios”.
Esta historia tuvo lugar en
Rusia, en los años 70. Esa noche Liuba festejaba sus cinco años. Su padre
estaba en la cárcel a causa de su fe. Desde hacía algunos días su madre pensaba
cómo podría orientar ese día para que los niños sintieran menos dolorosamente
la ausencia de su papá. Sólo podía ofrecerles patatas con un pedacito de
tocino.
Felizmente recibieron una carta
de su padre. Antes de empezar la cena, se dirigieron al Señor: «Señor Jesús,
oró la pequeña Liuba, cuida de nuestro papá para que vuelva bien de salud.
Bendice también a mamá. Cuando papá estaba con nosotros, siempre nos traía
chocolate para nuestro cumpleaños. Contamos contigo para que nos lo mandes.
Amén».
Los mayores se rieron de su
hermanita, pero la mamá mandó que dejasen de reír. De repente se oyó golpear a
la puerta. ¿Quién podría llegar a esa hora tardía? Era un viejo amigo. Contó
cómo se sintió impulsado sin saber por qué, a ir al almacén para comprar una
tableta de chocolate y llevársela. «¡Hurra! –exclamó Liuba–. Jesús contestó a
mi oración. ¡Gracias, Señor!». Estupefacto, el amigo escuchó feliz.
Dos semanas más tarde, el papá
leía a sus compañeros de prisión una carta de su mujer en la que evocaba el
cumpleaños de Liuba. Esta misiva les traía un consuelo y una nueva razón para
esperar. Les mostraba el poder de un Dios que vela, hasta en los detalles más
pequeños, sobre aquellos que confían en él, y particularmente en los momentos
difíciles.
“Gracia y Paz”
La buena Semilla
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