Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo, tú y tu casa”.
Dios quiere que familias enteras
sean salvas. No se contenta con que una sola persona en una familia acepte la
salvación mediante la fe en el Señor Jesús. Pero esto no siempre ocurre así; a
veces sólo después de muchos años, otros miembros de la familia llegan a creer
en el Señor. Sin embargo, el Espíritu de Dios nos da un ejemplo de ello en el
libro de los Hechos. Leemos que el carcelero de Filipos creyó en el Señor con
toda su casa (Hechos 16:34). Por la gracia de Dios esto ocurre aún hoy en día.
Un misionero, colaborador en una
emisora que difundía el Evangelio en idioma árabe, encontró a un joven marroquí
que se había convertido gracias al mensaje escuchado en esa emisora. Como
consecuencia de su conversión, su familia lo trataba como a un perro. Por ser
cristiano no se le permitía comer con la familia, porque era «impuro». Su
madre, muy triste por lo que le sucedía al muchacho, tuvo que reconocer que a
pesar de ese maltrato familiar la vida de su hijo había cambiado y mejorado.
Algunos años más tarde el
misionero encontró en Marruecos a un joven muy parecido a aquel a quien había
visto hacía mucho. ¡Era su hermano! Entonces le preguntó si él también se había
convertido a Cristo. Con mucho gozo este joven le contó que él, lo mismo que su
hermana y su madre, ahora eran creyentes y que juntos oraban por la conversión
de su padre. Sí, Dios había cumplido su palabra: “tú y tu casa”.
“Gracia y Paz”
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