1 Timoteo 1:5-7
“Pues el propósito de este
mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe
no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana
palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni
lo que afirman”.
"Deje que su conciencia sea
su guía". Esta pizca de saber popular parece tener sentido, ya que nuestra
conciencia está hecha para ayudarnos a discernir el bien del mal. Sin embargo,
no se puede confiar siempre en el radar interno como guía; ése es el caso de
los no creyentes, que no tienen el Espíritu Santo para que les indique la
verdad y les guíe a tomar decisiones atinadas. Y aunque los cristianos tenemos
al Espíritu de Dios morando en nosotros, debemos tener cuidado de no albergar
pecado, ya que esto puede interferir con la manera de funcionar del sensor de
nuestra moralidad.
Una conciencia digna de confianza
es la programada con enseñanza bíblica. Los creyentes construyen un sistema de
radar espiritual firme y sensible al aplicar la verdad de Dios a sus vidas.
Toman la resolución de pensar y actuar de maneras que honran y agradan al
Señor. Entonces, cuando aparezcan pensamientos o alternativas pecaminosas en
ese radar, éste enviará una advertencia clara.
La persona con una conciencia
confiable tiene el deseo sincero de obedecer a Dios. No se conforma con lo que
parecer estar o verse bien, sino que busca la voluntad del Señor. Es decir, no
se basa únicamente en su conciencia, sino que incorpora todas las herramientas
del Espíritu Santo a su vida diaria: la Biblia y la oración.
La conciencia no es nuestra guía;
es una herramienta del Guía. El Espíritu Santo no solo nos convence de pecado,
sino que también trae a la mente los principios divinos, y nos lleva por el
camino recto. Él usa diversos instrumentos para conformarnos a la semejanza de
Cristo (Romanos 8:29).
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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