Filipenses 3:7-14
“Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun
estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia
justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y
la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su
muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No
que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si
logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Pablo era un hombre que tenía un
espíritu de vencedor. A lo largo de todo su ministerio enfrentó incontables
obstáculos, pero nunca se rindió. Veía la vida cristiana como una carrera,
igualmente cada uno de nosotros necesita tener este mismo espíritu si tenemos
la esperanza de terminar bien.
Valentía:
Un espíritu de vencedor está dispuesto a arriesgarse al fracaso. Aunque por
naturaleza queremos parecer fuertes y competentes, Dios se deleita en
capacitarnos en nuestra debilidad para que Él reciba la gloria.
Confianza:
Lo más probable es que fallaremos si dudamos de nuestra capacidad de hacer lo
que Dios exige. Sin embargo, si nuestra confianza está puesta en el Señor, no
en nosotros mismos, podemos seguir adelante, sabiendo que Él nos capacitará
para que podamos hacer su voluntad.
Dedicación:
El Señor promete guiarnos cuando proseguimos a la meta, darnos todo lo que
necesitemos y fortalecernos a lo largo del camino. Pero debemos estar dedicados
a Él y decididos a hacer su voluntad.
Perseverancia:
El camino que estamos recorriendo está lleno de distracciones, oposición y
obstáculos que nos tientan a tirar la toalla. Es por eso que Pablo nos aconseja
“proseguir a la meta” en medio de las dificultades, hacia lo que es de valor
eterno (v. 14).
Concentrarse en lo que está
delante. También debemos olvidar lo que queda atrás y extendernos a lo que está
delante (v. 13). Quienes se hunden por el peso del bagaje pierden de vista la
meta.
La clave para triunfar en esta
carrera es el deseo ferviente de alcanzar la meta. Si no le damos ningún valor
al premio, fácilmente nos rendiremos y nos conformaremos con la gratificación
inmediata que el mundo ofrece. Pero si entendemos lo que nos espera en el
cielo, perseveraremos en el camino.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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