viernes, 18 de enero de 2013

¿CÓMO ESCUCHA USTED LA PALABRA DE DIOS?



Mateo 13:1-9
“Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.

La Biblia contiene información importantísima para todos los seres humanos, pero las personas la interpretan de maneras muy diferentes. El pasaje de hoy identifica a cuatro tipos de personas: Los que tienen…

Una mente cerrada. Esto no se refiere exclusivamente a los incrédulos. Los cristianos, también, pueden escuchar de manera pasiva, sin la intención de poner en práctica lo que oyen. La semilla no puede germinar porque el terreno es muy duro. Esos creyentes son superficiales, hasta que deciden prestar atención a Dios y obedecer.

Una mente nublada. Están representados por el suelo rocoso; escuchan la Palabra y se emocionan. Pero después no dedican tiempo para estudiarla, echar raíces y permitir que la verdad de Dios penetre en sus corazones. Por tener poco fundamento espiritual o conocimiento de Dios, tienen dificultades para sobrellevar los rigores de la vida.

Una mente afanada. Los afanes de la vida son para el cristiano lo que son los espinos y la maleza para un jardín. Una mente intranquila tiene poco o ningún espacio para que la Palabra de Dios brote y florezca.

Una mente dedicada. Dios puede hacer grandes cosas por medio de alguien cuya mente sea como el suelo fértil. Solamente una persona dispuesta a escuchar y aprender puede ser transformada.

A todos nos gustaría tener la bendición mencionada en la lectura de hoy —una gran cosecha de lo sembrado. Pero, para que eso sea cierto en nuestra vida, necesitamos evaluar sinceramente si tenemos una actitud dispuesta a aprender. Como dijo Jesús: “El que tenga oídos para oír, oiga”.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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