Juan 3:3-5
“Jesús dijo: De cierto, de cierto
te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… no puede
entrar en el reino de Dios”.
En este texto bíblico tenemos una
sorprendente declaración de Jesús. Sin embargo, si decimos que somos
cristianos, debemos aceptar su enseñanza.
No puedo ver el reino de Dios ni
entrar en él sin haber nacido de nuevo. Esta verdad capital no siempre es
comprendida, incluso por algunos que frecuentan los servicios religiosos u
honestamente desean conocer a Dios. Primeramente debemos comprender y admitir que
la naturaleza humana es considerada por Dios como condenada debido al mal que
está en ella. Por lo tanto, no hay nada en ella que pueda satisfacer a Dios. Se
puede realizar muchas prácticas llamadas «cristianas» sin satisfacer jamás las
exigencias de Dios ni obtener la salvación. Uno puede asistir regularmente a
las reuniones cristianas, conocer la
Biblia , ser amable con el prójimo, sin embargo no ser salvo y
no entrar en el reino de Dios. Aunque esto pueda sorprender a algunos, no
existe ninguna posibilidad de convertirse en cristiano excepto por medio de la
intervención de Dios.
Pero si reconozco mi falta de
verdadera relación con Dios y mi incapacidad para obtenerla, una sola mirada de
fe hacia él, hacia la salvación que ofrece en Jesús, será suficiente para
implantar en mí esta nueva vida por medio del poder de su Espíritu. Dios ofrece
su gracia en virtud de la obra de Jesús en la cruz. El deber del hombre es
simplemente aceptarlo, decir a Dios: «Creo en tu Hijo quien murió por mí, único
medio para ser salvo».
“Gracia y Paz”
La buena Semilla
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