Después de que la palabra «virus»
pasase a formar parte del vocabulario de la biología y de la Medicina , hace casi dos
siglos, más recientemente pasó a emplearse en informática. Designa a un muy
pequeño elemento que se introduce en un ser vivo o en una computadora
(ordenador) y consigue deteriorarlo, modificando sus funciones vitales desde el
interior.
Existe uno mucho más peligroso
que el del sida, mucho más devastador. Infecta a cada ser humano, lo quiera o
no: es el pecado.
Este virus mortal contaminó a
Adán y Eva, nuestros primeros padres, e infectó la humanidad entera, una
generación tras otra. Cada ser humano está contaminado y puede ver múltiples
síntomas de ello en su propia vida.
Algunos pueden parecer benignos,
como la mentira, la burla, los celos; otros parecen más graves: el hurto, el
asesinato, la corrupción moral… Pero todos tienen el mismo origen y conducen al
mismo fin fatal: “la muerte” (Romanos 5:12). La muerte destruye al cuerpo, pero
el alma subsiste ante Dios, y el que no crea a Dios, sufrirá “la muerte
segunda” (Apocalipsis 20:14), es decir, el eterno alejamiento de Dios.
Dios ama a los hombres. Les dio
el único remedio eficaz para escapar del juicio de “la segunda muerte”. Ese
remedio es “la sangre preciosa de Cristo” derramada en la cruz, que “nos limpia
de todo pecado” y nos da la vida eterna (1 Pedro 1:19; 1 Juan 1:7).
Como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12).
“Lávame más y más de mi maldad, y
límpiame de mi pecado” (Salmo 51:2).
“Gracia y Paz”
Ilustraciones Cristianas
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