1 Samuel 3:10
“… habla, porque tu siervo oye”.
Estás sentado en un teatro con
las luces apagadas y disfrutando de un concierto, una obra o una película,
cuando, de repente, se enciende la luz de un teléfono móvil mientras alguien
lee un mensaje de texto que le llegó y, quizá, se toma un tiempo para
responder. En su libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras
mentes?, Nicholas Carr dice que, en nuestro conectado mundo, «la sensación de
que tal vez tengamos un mensaje» está volviéndose cada vez más difícil de
resistir.
Samuel era jovencito cuando oyó
una voz que pronunciaba su nombre, y pensó que era del sacerdote Elí que estaba
en el tabernáculo donde servía al Señor (1 Samuel 3:1-7). Cuando Elí se dio
cuenta de que Dios estaba llamando a Samuel, le dijo cómo debía responder.
Cuando el Señor lo llamó por tercera vez, «Samuel dijo: Habla, porque tu siervo
oye» (v. 10). Esta actitud de alerta ante la voz de Dios se convirtió en un
patrón en su vida, ya que «el Señor se manifestó a Samuel en Silo por la
palabra del Señor» (v. 21).
¿Estamos hoy escuchando la voz de
Dios cuando nos habla de nuestra vida? ¿Estamos más pendientes de la vibración
de un teléfono móvil que de la voz suave y apacible del Señor que nos llega a
través de su Palabra y de su Espíritu?
Quiera Dios que, como Samuel,
aprendamos a discernir la voz del Señor y a decir: «Señor, habla. Estoy
escuchando».
No permitas que el ruido del
mundo te impida oír la voz del
Señor.
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LEA: 1 Samuel 3:1-10
Biblia en un año: Ezequiel 46–48
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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