Gálatas 1:23
“… Aquel que en otro tiempo nos
perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba”.
Bill era un amigo mío del
seminario, que había aceptado a Cristo como Salvador después de vivir un estilo
de vida descaradamente pecaminoso. Él lo describía así: «Iba conduciendo por la
calle mientras bebía una botella de brandy y con la esposa de otro hombre
sentada a mi lado. Cuando veía algunos cristianos en la acera que le
testificaban a la gente, pasaba de largo y les gritaba: “¡Tontos!”. Pero, a las
pocas semanas, me encontré arrodillado en una iglesia y pidiéndole a Cristo que
fuera mi Salvador y Señor». La conversión de Bill hizo que abandonara sus
antiguos caminos y que experimentara una nueva vida en Cristo. Se produjo un
giro total en él.
El arrepentimiento genuino, que
es impulsado por el Espíritu Santo, incluye un verdadero cambio total. A
menudo, vemos que, cuanto mayor es la oposición al evangelio antes de la
conversión, tanto más asombroso es posteriormente el cambio de dirección.
Cuando Saulo de Tarso se encontró con Cristo en el camino a Damasco, se
transformó de perseguidor en predicador del evangelio. Muchos dijeron de él:
«Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo
asolaba» (Gálatas 1:23).
La conversión auténtica incluye
el arrepentimiento, que es un cambio de mentalidad y de dirección. Para el
seguidor de Cristo, significa seguir alejándose del pecado y acercándose a Dios
en obediencia.
Arrepentirse es lamentarse tanto
del pecado que uno está dispuesto a abandonarlo.
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LEA: Gálatas 1:11-24
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Biblia en un año: Jeremías 43–46
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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