Juan estaba impactado e
impresionado de un ángel, y se inclinó para adorarle. “Y yo me postré a sus
pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y
de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios...”
(Apocalipsis 19:10). Jesús es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo” (Juan 1:29).
LA VERDADERA ADORACIÓN incluye
obediencia a la voluntad de Dios y el rechazo de los pecados de este mundo. “El
que dice, Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso,
y no hay verdad en él” (1 Juan 2:4). No hay ninguna actividad tan dulce como la
de “seguir el Cordero por donde quiera que fuere” (Apocalipsis 14:4).
“Gracia y Paz”
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