Daniel 1:8
“Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con
los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de oficiales que
le permitiera no contaminarse”.
Si el mundo te prueba y tú te paras
firme, terminas victorioso; el Señor te respaldará como respaldó a Daniel y a
sus amigos. La elección de Daniel de no contaminarse con la misma dieta de los
demás, le significó una dieta de poder, lo preparó para recibir sabiduría
espiritual. Lo hizo más inteligente, más sabio, lo capacitó sin haber
estudiado. A Daniel la dieta se le hizo un estilo de vida y le ayudó a adquirir
la capacidad de superar problemas y dificultades. Por eso en todas las circunstancias
desfavorables de Daniel, su cautiverio, su humillación, todo eso logró que su
espíritu se fortaleciera y que poco a poco marcara protagonismo y diferencia en
una generación, e hizo que aun los que no creían en su Dios lo aceptaran. Daniel
y sus amigos fueron probados y hallados 10 veces mejores.
Las pruebas se constituyen en
un entrenamiento. Daniel durante cuatro imperios mantuvo esa dieta de
poder, en el horno de fuego, en el foso de los leones, en su cargo de asesor
(con Nabucodonosor, con Belsasar su hijo, con Dario rey de Media, y de Ciro rey
de Persia).
Cuando tengas momentos de duda
e incertidumbre, no preguntes ¿para qué? Porque Dios te va a decir “DALE”. En el momento en
que no puedas avanzar no retrocedas, mantente firme como viendo al invisible,
ponte un clavo en cada pie y no te muevas aunque duela, que aunque el
enemigo venga como río, el Espíritu del Señor levantará bandera contra él.
Muchos anhelamos poder de Dios.
¿Anhelas tú Poder de Dios? Si así es, como estoy seguro que así es, necesitas
tener en cuenta que para tener Poder de Dios, para ser lleno del poder de Dios,
es necesario pagar el precio y aceptar la responsabilidad. La unción viene
después de pagar el precio de consagrarnos y ser fieles.
El Señor no pone vino nuevo en
odres viejos, necesitamos estar saludables para administrar sus
dones, su gracia y su bendición, La receta es: Vidas consagradas, Buena comida
y Ejercicio de los dones. Los cristianos contaminados no oran, se llenan de “otras
cosas” y viven un cristianismo sin poder ni autoridad. Por eso hay personas que
Dios ha usado y respaldado, pero descuidaron su Dieta espiritual y hoy no hacen
nada, viven de sus testimonios pasados sin un presente de Poder de Dios.
¿Cómo está tu peso espiritual?
¿Estás saludable? ¿Estas lleno de fibra espiritual o lleno de grasa, como una
oveja engordada, obesa? El enemigo mira como está tu peso espiritual y si eres
saludable y fuerte no se mete contigo, pero si te ve lleno de grasa… ¡TE DEVORA!
Escudriñemos la palabra,
ayunemos, hagamos como nos dijo Jesús: “Velad y Orad” para fortalecer nuestro espíritu
y no caer en tentación.
¡Gracia y Paz!
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