Dios promete pulirnos como si fuéramos metal precioso. El
proceso requiere de fundir el metal, limpiar sus escorias, hasta que el
fundidor pueda ver su propia imagen en el metal. Esto nos indica que debemos
tener la disposición en nuestro corazón de someternos a Dios, permitiéndole que
nos limpie de pecado y nos quite nuestras imperfecciones, a fin de que podamos
reflejar en nuestras vidas su imagen, para que así el mundo se vea estimulado a
conocer y amar a Dios.
Jeremías 18:1-6
Palabra de Yahweh que vino a Jeremías,
diciendo: Levántate y veta a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la
vasija de barro que él hacia se hecho a perder en su mano; y volvió y la hizo
otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mi palabra de Yahweh,
diciendo: No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?
dice Yahweh. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois
vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
¡Gracia y Paz!
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