martes, 28 de julio de 2015

¡MANTÉNGANSE PUROS ANTES DEL MATRIMONIO!


Cuídense de la primera aparición de la lascivia, y huyan de ella como de un veneno. Mantengan su corazón lleno de las cosas de Dios y su cuerpo ocupado en el cumplimiento de sus obligaciones. Esto les ayudará más adelante a cumplir los deberes matrimoniales. Cada uno debe “tener su vaso en santificación y honor” (1 Tesalonicenses 4:4).

Los más grandes incendios comienzan con una chispa. El placer momentáneo que precede al tormento eterno es pura necedad. Si han pecado ustedes de esta manera, confiesen a Dios ese pecado y limpien su corazón con ayuno y oración, pidiéndole perdón y fortaleza contra tentaciones futuras. Disfruten de las delicias más esplendidas del favor y las promesas de Dios, el perdón del pecado, y la seguridad de la vida eterna. Una vez que hayan bebido de la fuente pura, nunca volverán a preferir las aguas de un arroyuelo turbio.


¡Gracia y Paz!

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