jueves, 29 de enero de 2015

¿A QUIÉN ESTAS TOMANDO COMO MODELO?



Efesios 5:1-2
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”

En la antigua sociedad griega, la imitación (mimesis) constituía una parte importante en la preparación de un orador. El correcto aprendizaje de la oratoria, decían los maestros, dependía de tres elementos fundamentales: teoría, imitación y práctica. La mayor parte del adiestramiento se dedicaba al estudio y la imitación de los grandes maestros del pasado. Sobre la base de este concepto, en el pasaje de hoy el apóstol Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso a imitar al modelo más perfecto, más sublime y más glorioso que existe, el Dios Creador del universo y Señor de toda buena vida, y los anima a andar en amor, ofrenda y sacrificio a Dios.

Nuestras costumbres, hábitos y actitudes son, en muchas ocasiones, reflejo de la manera de ser, el carácter o la personalidad de alguna persona cercana a nosotros a la que, quizás de manera inconsciente imitamos cuando éramos muy pequeños. Por regla general es uno de los padres, o un abuelo, un tío, o cualquier otro familiar que estuvo cerca de nosotros durante nuestro crecimiento. No es extraño escuchar, por ejemplo, “Este niño camina igualito que su padre”, o “Esta niña tiene los mismos gestos de su madre”. También, durante la adolescencia, muchos jóvenes tienden a imitar a algunos amigos mayores, por los que sienten alguna admiración o respeto. Dependiendo de las cualidades, principios y valores morales de esos amigos “modelos”, así será el resultado en la vida de aquel que los imita.

En los tiempos actuales, como resultado de los avances tecnológicos en los medios de comunicación (televisión, Internet, correo electrónico, ipods, instagram, twitters, etc.), personas que no están tan cercanas pueden servir de “modelos” a niños, jóvenes y adultos. Por regla general son personas muy conocidas, cuya fama y popularidad los lleva, a través de estos medios, al interior de millones de hogares casi diariamente. Atletas, artistas de cine o televisión, políticos, y otras celebridades son en la actualidad los “modelos” por excelencia. Lamentablemente muchos de estos “modelos” proyectan una imagen que no está de acuerdo con los valores y principios establecidos en la palabra de Dios. Hay otro grupo de supuestos “modelos” que actúan aparentemente guiados por fuertes principios morales y espirituales hasta que, por alguna circunstancia inesperada, la verdadera personalidad del individuo sale a relucir públicamente y vienen entonces la decepción, los lamentos y las malas consecuencias del engaño y la falsedad.

A través de los años, situaciones como esta se han repetido con “modelos” que incluyen atletas, políticos, empresarios, y hasta pastores y sacerdotes, y se seguirán repitiendo mientras se trate de un ser humano. El único, verdadero e irreprochable modelo a imitar es nuestro Señor Jesucristo, el cual es perfecto en todos los aspectos. Por eso Pablo, desde su encuentro con el Señor en el camino a Damasco, dedicó su vida a imitarlo y a seguir fielmente sus enseñanzas. De esta manera exhortó a los creyentes de Corinto en su primera carta: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” (1 Corintios 11:1). Ciertamente para Pablo, Cristo era más que un ejemplo o un modelo, era su propia vida. Así lo expresó en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.

Jesús nos dejó una exhortación a todos los que en él hemos creído: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Esfuérzate en imitar a Jesús en todo lo que hagas. No es fácil lograrlo, pero si cada vez que tienes que tomar una decisión te preguntas: “¿Qué haría Jesús en esta situación?”, y de corazón le pides a Dios que te dé discernimiento espiritual y te dirija en lo que vas a hacer, ten la completa seguridad que el Espíritu Santo te guiará, y poco a poco actuarás de manera que te parezcas más a Jesús y así agradaras a nuestro Padre celestial.

Oración:
Amoroso Padre celestial, te ruego me ayudes a apartar mi vista de las personas que sobresalen en este mundo, y a tratar por todos los medios de imitar a tu Hijo como enseña tu Santa Palabra. Por favor, ayúdame a actuar siempre de manera que mi testimonio glorifique tu Santo Nombre. Por Cristo Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

No hay comentarios:

Publicar un comentario