Efesios 5:1-2
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo
por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”
En la antigua sociedad griega, la imitación (mimesis)
constituía una parte importante en la preparación de un orador. El correcto
aprendizaje de la oratoria, decían los maestros, dependía de tres elementos
fundamentales: teoría, imitación y práctica. La mayor parte del adiestramiento
se dedicaba al estudio y la imitación de los grandes maestros del pasado. Sobre
la base de este concepto, en el pasaje de hoy el apóstol Pablo exhorta a los
cristianos de Éfeso a imitar al modelo más perfecto, más sublime y más glorioso
que existe, el Dios Creador del universo y Señor de toda buena vida, y los
anima a andar en amor, ofrenda y sacrificio a Dios.
Nuestras costumbres, hábitos y actitudes son, en muchas
ocasiones, reflejo de la manera de ser, el carácter o la personalidad de alguna
persona cercana a nosotros a la que, quizás de manera inconsciente imitamos
cuando éramos muy pequeños. Por regla general es uno de los padres, o un
abuelo, un tío, o cualquier otro familiar que estuvo cerca de nosotros durante
nuestro crecimiento. No es extraño escuchar, por ejemplo, “Este niño camina
igualito que su padre”, o “Esta niña tiene los mismos gestos de su madre”.
También, durante la adolescencia, muchos jóvenes tienden a imitar a algunos
amigos mayores, por los que sienten alguna admiración o respeto. Dependiendo de
las cualidades, principios y valores morales de esos amigos “modelos”, así será
el resultado en la vida de aquel que los imita.
En los tiempos actuales, como resultado de los avances
tecnológicos en los medios de comunicación (televisión, Internet, correo
electrónico, ipods, instagram, twitters, etc.), personas que no están tan
cercanas pueden servir de “modelos” a niños, jóvenes y adultos. Por regla
general son personas muy conocidas, cuya fama y popularidad los lleva, a través
de estos medios, al interior de millones de hogares casi diariamente. Atletas,
artistas de cine o televisión, políticos, y otras celebridades son en la
actualidad los “modelos” por excelencia. Lamentablemente muchos de estos
“modelos” proyectan una imagen que no está de acuerdo con los valores y
principios establecidos en la palabra de Dios. Hay otro grupo de supuestos
“modelos” que actúan aparentemente guiados por fuertes principios morales y
espirituales hasta que, por alguna circunstancia inesperada, la verdadera
personalidad del individuo sale a relucir públicamente y vienen entonces la
decepción, los lamentos y las malas consecuencias del engaño y la falsedad.
A través de los años, situaciones como esta se han repetido
con “modelos” que incluyen atletas, políticos, empresarios, y hasta pastores y
sacerdotes, y se seguirán repitiendo mientras se trate de un ser humano. El
único, verdadero e irreprochable modelo a imitar es nuestro Señor Jesucristo,
el cual es perfecto en todos los aspectos. Por eso Pablo, desde su encuentro
con el Señor en el camino a Damasco, dedicó su vida a imitarlo y a seguir
fielmente sus enseñanzas. De esta manera exhortó a los creyentes de Corinto en
su primera carta: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” (1 Corintios
11:1). Ciertamente para Pablo, Cristo era más que un ejemplo o un modelo, era
su propia vida. Así lo expresó en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
Jesús nos dejó una exhortación a todos los que en él
hemos creído: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).
Esfuérzate en imitar a Jesús en todo lo que hagas. No es fácil lograrlo, pero
si cada vez que tienes que tomar una decisión te preguntas: “¿Qué haría Jesús
en esta situación?”, y de corazón le pides a Dios que te dé discernimiento
espiritual y te dirija en lo que vas a hacer, ten la completa seguridad que el
Espíritu Santo te guiará, y poco a poco actuarás de manera que te parezcas más a
Jesús y así agradaras a nuestro Padre celestial.
Oración:
Amoroso Padre celestial, te ruego me ayudes a apartar mi
vista de las personas que sobresalen en este mundo, y a tratar por todos los
medios de imitar a tu Hijo como enseña tu Santa Palabra. Por favor, ayúdame a
actuar siempre de manera que mi testimonio glorifique tu Santo Nombre. Por
Cristo Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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