¿ESTÁS CAMINANDO EN LA DIRECCIÓN CORRECTA?
Salmo 25:4-5
“Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame
tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi
salvación; en ti he esperado todo el día”
La tendencia natural del ser humano es sentirse
totalmente capaz de seguir su propia dirección en la vida y obtener el éxito.
Esta es una característica que se ha transmitido de generación en generación a
partir del momento en que Adán y Eva decidieron seguir las instrucciones de
Satanás y apartarse del camino que les había indicado su Creador. Las
consecuencias, como todos sabemos, fueron desastrosas. De manera similar sufrió
el pueblo de Israel debido a su desobediencia. Por medio del profeta Jeremías,
Dios les recuerda lo que él les ordenó el día que los sacó de la esclavitud en
Egipto. Dice Jeremías 7:23: “Esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz y yo
seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo
os envíe para que os vaya bien”. Sin embargo los israelitas no siguieron sus
instrucciones, por lo que Dios seguidamente añadió: “Pero no oyeron ni
inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su
corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante”.
Los golpes y fracasos que sufrimos en la vida nos llevan
a reconocer que somos incapaces de determinar cuál es la dirección correcta que
debemos seguir. Esto crea las condiciones para comenzar a depender de Dios y
caminar en sus caminos. El rey David pecó fallándole al Señor de una manera
terrible. Primero cometió adulterio con una mujer casada. Después trató de
ocultar su acción y llegó hasta el homicidio, planeando la muerte del esposo de
esta mujer. Pero más tarde se arrepintió de todo corazón y clamó a Dios por su
perdón. En el pasaje de hoy David reconoce su incapacidad de caminar en la
dirección correcta y expresa su dependencia del Señor al pedirle que le muestre
sus caminos. Entonces le dice: “Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú
eres el Dios de mi salvación”. Al final de su vida, siendo muy anciano, David
escribió el Salmo 37 donde derrama su experiencia en el caminar con el Señor.
En el versículo 5 nos da un sabio consejo: “Encomienda al Señor tu camino, y
confía en él; y él hará”. Este es básicamente el proceso mediante el cual los
hijos de Dios maduran espiritualmente, y llegan a conocer íntimamente al Señor.
Conocer a Dios implica caminar en su verdad. Esto es,
conocer su palabra y aplicarla en nuestras vidas. Por medio de la lectura
diaria de la Biblia aprendemos lo que Dios desea que nosotros sepamos: sus
mandamientos, la manera en que él se ha manifestado en tantas ocasiones
diferentes a través de los siglos, los testimonios de cientos de hombres y
mujeres que confiaron en él y salieron victoriosos por medio del poder divino,
las enseñanzas de Jesús, los principios morales y los valores espirituales que
un hijo de Dios debe cultivar, expuestos en las diferentes epístolas. En fin,
la Palabra de Dios contiene todo lo que necesitamos para vivir una vida
victoriosa, si la obedecemos. David lo entendió perfectamente, por eso en el
Salmo 86:11 escribió: “Enséñame, oh Señor, tu camino; caminaré yo en tu verdad”.
Entonces clama: “Afirma mi corazón para que tema tu nombre”. Un corazón firme
es aquel que confía plenamente en la dirección y en el amor de Dios. Aquel en
el cual el Espíritu Santo ha producido su fruto. Como resultado sentimos el
temor reverente al nombre del Señor y deseamos alabarle de todo corazón y
glorificar su nombre con nuestro testimonio.
David se desvió del camino recto y caminó en dirección
opuesta a Dios por un tiempo. Pero recapacitó, y el Señor en su inmensa
misericordia escuchó su clamor, lo perdonó, y le mostró el camino de la verdad.
La vida de David es un testimonio de la victoria que nos espera cuando
rectificamos la dirección que llevábamos y dejamos que Dios nos dirija. La
Biblia nos cuenta que David “murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y
de gloria” (1 Crónicas 29:28).
Haz del pasaje de hoy tu oración constante. Pide al Señor
que te enseñe sus caminos, que te encamine en su verdad, que te guíe en la
dirección correcta.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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